El trasero de Jennifer López

25 de julio 2025 - 03:10

El trasero, sea masculino o femenino, suele ser una de las partes del cuerpo humano más susceptibles de observación. Manera algo alambicada de decir que resulta atractivo. Sobre todo si la persona portadora -ay del uso genérico del masculino- sabe darle juego y movimiento. Es, así, una zona corporal erógena. Otra manera de decir que excita o que “pone”. Téngase esta última acepción de “poner” como poco académica, por razón de su ausencia del Diccionario, pero algo habitual en su uso. Metidos en materia de nalgas, que configuran la carnosa anatomía del culo, la plena desnudez o el seductor atavío de la ropa íntima hacen de las suyas con las pulsiones de la libido y pocos mortales permanecen indiferentes ante tan sugestivo reclamo.

Pues bien, ni se trata aquí de literatura erótica ni, tampoco, de confidencias de entrepierna, región colindante con las redondas combaduras del culo. Sino de reparar en que una cantante, bailarina y actriz de padres puertorriqueños y nacida en el Bronx neoyorquino, Jennifer López, parece requerir en los hoteles donde se aloja la sustitución del inodoro por otro que se adecue mejor a sus reconocidas y no pequeñas posaderas. Esto es, después de los movidos conciertos de la cantante y cuando su cuerpo pide evacuar, un inodoro ordinario no daría buen acomodo al pompis -qué eufemismo más cursi- ni predispondría bien la satisfacción escatológica.

Quizás solo sea uno de esos bulos que acompañan a la fama y se trate de pedir un váter nuevo o con su tapa y asiento de estreno. Se refiere también que la bailarina, de cincuenta y cinco años bastante bien cumplidos, acaso puede haber asegurado su valioso trasero por varios millones de dólares, como algunos destacados futbolistas hacen con sus piernas. Tal garantía tendrá que ver con el “lucro cesante” que provocaría algún estropicio de esa parte en que la espalda no pierde su bonito nombre, sino que gana en hermosa y redondeada compostura. Como complemento necesario del inodoro agrandado o de estreno, se indica que la cantante pide un papel higiénico especial, de origen japonés, dado que todas las partes del culo, las más y las menos visibles, han de ser objeto de atención.

Bien está, entonces, este cuidadoso celo de las nalgas prodigiosas y nada debe reprocharse a los requerimientos de una diva, que no son caprichos exquisitos, sino comodidades corporales.

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