Travesía del desierto

17 de mayo 2025 - 03:12

Una noticia de ámbito local nos ha resultado muy curiosa, a pesar de que se le ha dedicado espacios escuetos. Se trata del izado y posterior arriado de dos banderas, una de Israel y otra de Palestina, manchadas con pintura rojo sangre, en la torre de la iglesia parroquial de la nijareña San Isidro. El párroco, Manuel Pozo Domene, está muy sensibilizado con los problemas de integración de sus vecinos, mayormente inmigrantes. Y decidió colocar las susodichas banderas, con un letrero: “¿Hasta cuándo este genocidio? ¿Hemos cambiado la civilización por barbarie?”. Ha habido un considerable revuelo, que provocó inmediatamente la reacción del obispo, el cual ordenó la retirada de las banderas. El cura se mantuvo en sus trece un par de días pero obedeció a su superior y llamó otra vez a la grúa para que bajara las enseñas.

Este breve incidente local nos remueve, como cada día, la conciencia y la repulsa por el genocidio. La palabra genocidio parece ser que no le gusta al gobierno judío, ni a muchos otros que lo apoyan, incluido el jefe Trump que hasta les quita las subvenciones a Harvard y a otros que protestan por lo mismo que el cura y tantos otros. Y encima nos llaman antisemitas por criticar los asesinatos. Pues, no, protestar por el asesinato de miles de niños (aparte de mujeres, viejos y civiles en general) no es ser antisemita, sino antiasesino. Los mate Hitler, Stalin, Putin, Bin Laden o Netanyahu. Y además, no vale decir que son “daños colaterales” de una guerra. Esto no es una guerra, es un barrido de una zona habitada. Por buscar y matar a unas docenas de terroristas islámicos (que también son asesinos) no se puede exterminar a cincuenta mil criaturas inocentes. Y los que quedan por matar. Cada vez parece más coherente que le están limpiando a Trump la franja de Gaza para que monte sus negocios inmobiliarios, como los está haciendo también con los árabes. Con los árabes ricos, claro, los palestinos son basura. Como no parece posible matar a los dos millones de palestinos, quieren “reubicarlos” en otros países. Lo más cercano es la península del Sinaí. Los judíos tienen amplia experiencia, ya que se tiraron cuarenta años vagando por el desierto del Sinaí (Éxodo, cap. 19). Por cierto, es un misterio cómo se tiraron cuarenta años dando vueltas por un territorio que es dos tercios de Andalucía. ¿Cuánto tardarían en ir de Almería al Rocío? Suponiendo que los israelitas veneraran a la Virgen María.

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