La ultraderecha española

08 de julio 2025 - 03:08

La ultraderecha, que permanecía aletargada en Europa desde la derrota del fascismo, en los últimos años empezó a quitarse la careta y surgieron partidos como el Frente Nacional (FN) en Francia o Alternativa para Alemania (AfD). En España los restos del franquismo representados en Fuerza Nueva en las primeras cortes democráticas, pronto desaparecieron como organización política y toda la derecha se aglutinó bajo las siglas del PP que se autocalificaba como un partido de centroderecha. Cuando parecía que era una ideología amortizada después de cuarenta años de democracia, con VOX reaparece la extrema derecha integrada en un partido político, que nace para arramblar con algunas de las normas establecidas y conquistas sociales conseguidas (todas las leyes referentes al Estado de las autonomías, la ley de Violencia de Género y la ley de memoria histórica) a cara descubierta, y con otras que sospecho se guardan bajo la manga. En el parlamento de la UE los liberales moderados y la socialdemocracia han hecho causa común frente a la amenaza que representan los partidos llamémosle reaccionarios, para impedir que ejerzan la menor influencia en la política europea. No ha ocurrido así en España donde VOX ha nacido con fuerza y está provocando una derechización en el PP que compite en demostrar quién es capaz de enarbolar la bandera más grande. Es como si el PP viera a VOX como un rival peligroso y para defenderse, en vez de distanciarse de sus posiciones extremas, ha optado por rivalizar para conquistar votos de la ultraderecha. Núñez Feijoo que en el Congreso celebrado en Madrid podría haber aprovechado el momento para ocupar el centroderecha en exclusiva, se ha lanzado de cabeza a la caza del voto más conservador con el nombramiento de Miguel Tellado (secretario general) y Ester Muñoz (portavoz en la Cámara Baja), dos ardorosos guerreros, para que lleven las riendas del partido. Tanto afán ha puesto Alberto Núñez Feijoo en competir con Santiago Abascal que no se perciben diferencias en sus discursos parlamentarios. Está claro que si algún día los partidos que hoy rivalizan para conseguir votos de la ultraderecha, pudieran constituir un gobierno sumándolos, formarán una piña a la sombra de la bandera con el aguilucho.

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