En este mismo diario describí cómo era nuestro presidente del Gobierno. Les anuncié que hará todo lo posible, incluso cargarse nuestro sistema democrático, con tal de seguir en Moncloa. Albert Rivera en la investidura de Sánchez, en julio de 2019, sacó la bola de cristal y adivinó lo que iba a ocurrir: "se quiere perpetuar en el poder controlando la tele pública, las encuestas, criminalizando a los constitucionalistas y lavando la imagen a sus socios". Fíjense que cuando hizo esta profecía reflexionábamos que era imposible. Cómo un partido como el PSOE iba hacer este ataque a la democracia. El plan de Sánchez lleva en marcha desde antes de la pandemia. Lo que pasa que vino el bicho y no lo pudo empezar a ejecutar. El primer objetivo era controlar las instituciones como el CIS y luego, la justicia. La primera fue la Fiscalía General del Estado con Dolores Delgado al frente. Desde ahí, comenzó el juego del Ejecutivo. El objetivo era tener contentos a los morados con sus leyes como la ley del 'Solo sí es sí'. Luego, era tener tranquilos a EH Bildu con acercamientos de presos y aceptar los 'Ongi Etorri'. Hasta el propio Otegi lo reconoció: "Si para sacar a los 200 presos hay que votar los presupuestos, pues votamos". Mientras tanto, Sánchez lo negaba todo. Lo mismo que negó las reformas de los delitos de sedición y malversación. Incluso si era una moneda de cambio para sacar adelante los Presupuestos. Una vez, más mintió. Todo para seguir en el colchón que cambió nada más entrar en la residencia presidencial. El siguiente punto de partida será el referéndum en Cataluña. Aunque sigan negándolo una y otra vez. Hay una pieza fundamental que es más que reflexionada por los que saben de política. Meter a sus colegas en el Tribunal Constitucional para tener todo bien atado. El asalto a las instituciones de este Gobierno recuerda al de las dictaduras o a los gobiernos latinoamericanos populistas que quieren hacer todo por montera como sea. Algunos dicen que es la democracia y, que si la Cámara Baja lo otorga, hay que aguantarse. Pero, ¿es constitucional romper nuestro país? ¿Es ético meter a un exministro de Justicia, como Juan Carlos Campo, en el TC? Todas estas medidas se han hecho sin ser consensuadas por el Poder Judicial y demás instituciones de la materia. De ahí la decisión de Alto Tribunal, a pesar del cabreo de Bolaños desde la Moncloa. Además de los jueces, la derrota de Sánchez solo la tendrá la mano del votante. Yo ya no sé qué puede pasar en este país. A lo mejor España deja de llamarse así porque al 'presi' se le antoja.

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