
La esquina
José Aguilar
Salario mínimo, bronca menor
Si hay algo que diferencia a la derecha española de la del resto de Europa es su falta de escrúpulos para unir su destino a la extrema derecha. Siempre ha habido en la derecha española, no solo en la política, sino sobre todo en la social, una relación ideológica y afectiva con el franquismo, a la vez que un sentimiento de culpa soterrado por sus crímenes. Durante la Transición, la derecha se sintió culpable de la Guerra Civil, sentimiento heredero de la vergüenza que sintieron los voluntarios de la División Azul cuando, finalizada la II Guerra Mundial, se extendió por el mundo el conocimiento de los horrores nazis en los campos de exterminio. Muchos pensaban que el péndulo de la Historia podía volverse contra ellos y que la democracia les iba a exigir responsabilidades por la represión de la posguerra y el franquismo. Incluso se vio a personajes impensables haciendo propaganda de la monarquía, intentando acercarse al PCE o participando ostentosamente en actos públicos de la izquierda como fue el entierro de Javier Verdejo. Ahora se quiere plantear a la izquierda la batalla cultural, dicen, se pretende ganar el “relato”. Los escrúpulos han caído, se forman gobiernos regionales con el neofascismo y se expresan abiertamente ideas ultraderechistas, se insulta a la izquierda y se agita a la temerosa clase media para rapiñar un puñado de votos. En Alemania, hasta ahora, existía un llamado “cinturón sanitario” para no pactar con la extrema derecha, cinturón sanitario que está en entredicho por la ilusa creencia de que los votos de los extremistas pueden todavía quedarse en la democracia cristiana. Un superviviente del Holocausto lo ha denunciado diciendo: “¿No han aprendido nada de la II Guerra Mundial?”.
Corren malos tiempos para la Democracia, el mejor de los sistemas políticos, según Churchill, aunque adolezca de múltiples defectos. Vuelve a oírse hablar de campos de concentración, de caza de inmigrantes, de expulsiones masivas por motivos racistas, de política represiva contra el diferente… Los ricos del Mundo se han aliado y pretenden imponer sus ideas extremas mediante bulos, noticias falsas y control y manipulación de los usuarios de las redes de comunicación social. Como Hitler en 1933, un extremista se ha aupado al poder en el imperio USA de forma democrática. Son los años 30 redivivos. ¿A dónde nos lleva esto? Nadie lo sabe. Todos lo temen… aunque callen.
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