Avelino Oreiro

WhatsApps de vasallaje

Ni es cielo, ni es azul

16 de mayo 2025 - 03:07

Como quien inspecciona un hormiguero, no con la mirada objetiva de un entomólogo sino con esa ojeada entre curiosa y distante pero no menos científica de un crío, observo divertido la fauna política actual a través del folletín por entregas con que la prensa nacional desvela, día a día, el contenido de unos mensajes de WhatsApps, que supuestamente ha filtrado el macerado despecho de un ex ministro defenestrado.

Tras leerlos, no he visto en ellos nada del otro jueves. Algunos que otros insultos proferidos por el doctor Sánchez a miembros de su equipo de gobierno o a señalados prebostes, barones y baronesas, de las comunidades taifas dizque españolas y de su mismo partido (ese de las cuatro siglas que designan cuatro referencias traicionadas). Algunos que otros lametones verbales con que Ábalos encomia desterminadas jugadas estratégicas pergeñadas por su amo. Alguna que otra manifestación de temor y temblor por parte del césar ante la deriva perroflautista del ejecutivo. Y pare usted de contar. Vamos, lo normal, lo que cualquiera encontraría en cualesquiera grupos de WhatsApp. Es sabido que la función de esta aplicación no es otra que despellejar virtualmente al prójimo, sin que llegue la sangre a la calle, canalizar los sentimientos negativos en pueriles emoticonos y armar la marimorena revolucionaria sin levantar el culo del sofá de casa.

Los mensajes afanados al guapo de la Moncloa constituyen algo así como el libreto dramático de una comedia bufa o mejor, unas escenas mal escritas donde dos personajes rufianescos representan con crudeza la vera faz del vasallaje político. O sea, un amo que humilla a sus siervos y unos siervos que se humillan a sí mismos.

Porque la noticia no está en ese toma y daca de mensajes, acaso elucubrados en el obrador de una asesoría de comunicación o, si me apuran, en un programa de inteligencia artificial. La noticia está en esa ciega sumisión, en esa abnegada mansedumbre, con que los políticos denostados en los mensajes han reaccionado ante los insultos, leyéndolos como el que oye llover. Ni una dimisión. Ni ninguna bronca. Ni ningún bofetón. La glosa política del refrán dame pan y dime tonto sería esta: Dame una vicepresidencia, un ministerio, una secretaría de estado, una dirección general, un puesto de chófer, y dime “petardo”, “maltratador”, “cuñadísimo, “pájara”, “jodida” o lo que le salgan a tus magníficas potestades morenas.

stats