EDITORIAL
La pujanza de la FP
El Consejo de Ministros de esta semana tampoco ha sido capaz de aprobar el decreto que debe blindar el embargo de la venta de armas a Israel. La medida fue anunciada a bombo y platillo hace más de quince días por el presidente Pedro Sánchez en una comparecencia en La Moncloa en la que presumió de que España se ponía a la cabeza de los países de Europa en el rechazo a la sangrienta campaña que desarrolla el Gobierno de Benjamin Netanyahu contra la población civil de Gaza. Esa aparición pública marcó, de alguna forma, el inicio de la conversión de la crisis de Oriente Próximo en el tema recurrente de la discusión política interna y volvió a dejar patente la frivolidad con la que muchas veces se conduce Sánchez, impropia del rigor que debería de mantener en todas las ocasiones un jefe de Gobierno. En esta ocasión, el presidente actuó como si su mera voluntad se pudiera trasladar de forma directa al Boletín Oficial del Estado y como si el poder que emana de La Moncloa no tuviera límites. Ignoró, de forma consciente o inconsciente, que una medida tan compleja y con tantas derivadas como un embargo comercial requiere un estudio previo por parte de altos cargos y los técnicos de varios ministerios, en este caso, por lo menos, de los de Defensa, Asuntos Exteriores y Economía. Este tipo de resoluciones solo se puede anunciar cuando todos esos obstáculos administrativos y políticos están superados. La consecuencia del patinazo de Pedro Sánchez es que dos semanas después el decreto de embargo de armas a Israel no tiene fecha de aprobación porque los diferentes ministerios están enfrentados y no logran cerrar el texto. El Gobierno ha vuelto a quedar en evidencia tanto en el interior como fuera de nuestras fronteras. El presidente debería aprender la lección de que, a pesar de cómo está la política, el Boletín Oficial sigue siendo una cosa muy seria.
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