Doñana, un paciente en observación

Las lluvias de este otoño y lo que llevamos de invierno le han dado un respiro al campo andaluz, castigado en los años inmediatamente anteriores por una de las sequías más intensas y prolongadas de las últimas décadas. La situación se ha normalizado, pero está todavía lejos de ser la óptima en entornos tan delicados y tan deteriorados como el Parque Nacional de Doñana, una de las mayores reservas de biodiversidad de Europa. La llegada del agua y los acuerdos que alcanzaron hace poco más de un año las administraciones central y autonómica y los diversos sectores afectados por las políticas conservacionistas, permiten atisbar una esperanza de recuperación. Pero todavía Doñana sigue siendo un paciente que necesita cuidados y observación permanente. El último informe presentado por la Estación Biológica sobre el estado de la biodiversidad en el Parque concluye que la mayor parte de las especies del entorno se encuentran en regresión. Las causas de este fenómeno hay que buscarlas en las malas condiciones del acuífero y la falta de precipitaciones, que hacen que el número de días que las marismas están inundadas sea inferior al de la serie histórica de los últimos cuarenta años. También en la constatación de que el cambio climático está modificando el comportamiento de algunas de las especies que se reproducen en Doñana. Las alteraciones en los ritmos normales de lluvias y el aumento global de las temperaturas van a obligar al Parque Nacional a hacer un esfuerzo de adaptación a circunstancias nuevas. Acuerdos como los alcanzados hace un año para evitar el expolio del agua imprescindible para la conservación del espacio van en la buena dirección, aunque habría que reclamar mayor celeridad y eficacia en su aplicación. Doñana tiene un futuro por delante, pero no es un futuro fácil y va a requerir esfuerzos conjuntos de todas las partes implicadas.