EDITORIAL
Descomposición política
Casi una cuarta parte de las plazas de profesores de Secundaria y Formación Profesional (FP) que se han ofertado en las oposiciones se han quedado sin cubrir por calificaciones insuficientes. Un 23,8% de vacantes es una cifra demasiado grave que pide una reforma de este sistema de oposiciones y del propio modelo de profesorado. Una parte de esta cifra se debe a que, en efecto, la formación universitaria ha abandonado el celo que merecen materias que no son propias del grado, pero que están en la base de cualquier futuro docente, tales como la ortografía y la capacidad de redacción. Pero buena parte del problema reside en que hay muchos docentes interinos con grados que hoy son escasos y que no tienen problemas para seguir dando clases. Por eso, no es que vayan a faltar profesores el próximo curso, sino que muchos de ellos, en torno a un 30%, están en condiciones de interinidad y no han sacado unas oposiciones por escasa motivación para ello. Si hay profesores y hay consenso en el problema de la interinidad, habrá que articular u otro tipo de pruebas u otros incentivos. Las plazas que más faltan por adjudicar son las de ciencia, en especial las de Matemáticas, Física y Química, además de las relacionadas con la Salud en la FP. Las empresas tecnológicas demandan muchos graduados en ciencias, cuyas salidas profesionales ya no se circunscriben, como hace dos décadas, a la educación o la investigación. Esto es algo que debería hacer pensar a quienes diseñan las ofertas universitarias. Las notas de corte para entrar en estos grados también vienen indicando que la demanda de este tipo de profesionales no está acompasada con la oferta universitaria. A diferencia con lo que ocurre en Secundaria y FP, las plazas de Magisterio sí se adjudican en las oposiciones, lo que también indica que la vocación por la educación no es, precisamente, lo que abunda en esos grados demandados.
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