Tribuna

Javier Pery Paredes

Almirante retirado

Día de las Fuerzas Armadas

Me gustaría celebrar el 12 de octubre, Día de la Fiesta Nacional, con un majestuoso desfile nacional con la máxima participación posible de las Fuerzas Armadas

Día de las Fuerzas Armadas Día de las Fuerzas Armadas

Día de las Fuerzas Armadas

Desde hace años se establecen fechas para recordar prototipos singulares o hechos notables. Aparecieron los días del padre, de la madre, de la tierra, de la mujer, del medio ambiente,… Unos con clara finalidad comercial, otros por mimetismo secular con el santoral cristiano y los más allá para recordar a personas y hazañas notables de la vida española. Unos tienen motivo permanente para existir. Otros están dictados por la moda, se dan por temporadas.

El Día de las Fuerzas Armadas lo estableció Adolfo Suárez en 1978. Le dio su carácter anual coincidente con la festividad del Rey Fernando III, el Santo. Una elección bien pensada. Aludió al Estado al citar a un Rey, lo vinculó con la tradición cristiana española al elegir a un Santo y le dio carácter castrense al recordar victorias militares. Ningún cambio requería aquella norma, pero sería por la tendencia burocrática de renovar reglas sin decir nada nuevo o el deseo por dejar una impronta personal en el Boletín Oficial, se parafraseó en 1989 y se embridó su protocolo treinta años después fundamentalmente con un homenaje a militares fallecidos en acto de servicio cuando ya existía un día específico para honrarles, el 2 de noviembre. De tanto toquetearla, una tradición de cincuenta años se convirtió sólo en una costumbre de un año.

El "Día de las Fuerzas Armadas" tenía que ver por aquel entonces con el ostracismo social en el que vivían los ejércitos. Lo paradójico era que, las Fuerzas Armadas, con el servicio militar, acercaban la primera oportunidad a los españoles menos afortunados para superar localismos, adquirir una formación y hacerse con una nueva de vida. Imagino que, con tanto prejuicio hacia la milicia, también fue una forma arrinconar victorias militares. Ya se sabe que los españoles somos más dados a recordar luctuosos accidentes, infames atentados o heroicas derrotas, como en Trafalgar, que brillantes triunfos, como en la Isla Tercera, Tolón o Lepanto. Me circunscribo a lo naval para evitar que crean que hago una interpretación corporativista. Es porque prefiero recordar las victorias de don Álvaro de Bazán, don Juan José Navarro o don Juan de Austria que la derrota de Villeneuve y también porque, aunque se tiene la certeza de que la muerte llegará, al ocaso en la mar se pide al Señor por los vivos, los muertos ya gozan de vida eterna en Su presencia.

Las últimas semanas sacaron a las Fuerzas Armadas a la luz pública con notoriedad porque, a pesar de implicarse en la defensa y el bienestar de los españoles todos los días y todas horas, el mucho hacer y poco hablar suele ausentarse de la presencia mediática, esa que otras organizaciones buscan con ahínco. Pero esta vez brilló lo mucho y bueno que se hizo. Así que nadie echará de menos celebrar el Día de las Fuerzas Armadas porque el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire estuvieron a diario a la vista de todos los españoles, especialmente con los más débiles: los enfermos en hospitales de campaña y medios de transporte sanitario; los mayores con el traslado a refugios seguros y desinfección de residencias; y los familiares, al acompañar en el dolor por los deudos fallecidos hasta el lugar de reposo.

Existe un equívoco popular entre el Día de las Fuerzas Armadas (30 de mayo) y la Fiesta Nacional (12 de octubre). Como hay una tendencia de insertar homenajes a los fallecidos en todos los actos militares cuando existe un Día por los caídos en acto de servicio (2 de noviembre). Será porque los tres tienen elementos visuales comunes: un desfile militar y un homenaje a los fallecidos; dos escenas contrapuestas en su significado: el orgullo que produce la parada militar y el dolor que se siente en el homenaje. La singularidad marca en gran medida la solemnidad de los actos, así que tanto el desfile como el homenaje merecen que se evite una repetición de ambos en todos los actos castrenses, algo que ayudaría a romper la confusión y dar prestancia a lo que se celebra. Así pues, me gustaría celebrar el 12 de octubre, Día de la Fiesta Nacional, con un majestuoso desfile nacional con la máxima participación posible de las Fuerzas Armadas, los Cuerpos de la Guardia Civil y la Policía Nacional, así como de otros cuerpos jerarquizados de servidores públicos, y honrar a los fallecidos en acto de servicio por separado el 2 de noviembre en la Plaza de la Lealtad y en los panteones donde reposan.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios