Tribuna

José María Martínez de Haro

Escritor y Periodista

Enmienda al PSOE

Con su habitual agudeza, Alfonso Guerra ha señalado el problema. Se refiere al PSOE, uno de los lastres que arrastra la democracia española desde hace años y ahora diluido en eso tan indescifrable como el sanchismo. Con acierto veterano, Guerra afirma que no se reconoce en esta nueva faceta de un partido que ha renunciado a sus esencias; el socialismo liberal en el que se había apoyado durante toda su historia para abrazar una mezcla de radicalismo y oportunismo populista. Si bien fue acertada la calificación de Alfredo Pérez Rubalcaba sobre el gobierno Frankenstein este no supo reconocer que el verdadero Frankenstein es Pedo Sánchez asociado a una tropa de agitadores estudiantiles, ganapanes sin oficio e ignorantes radicalizados que ejercen de brazo armado del sanchismo. Afirma Guerra que los aliados del gobierno intentan cada día cavar una fosa donde enterrar las Instituciones básicas del Estado: La Monarquía parlamentaria, el Tribunal Constitucional, el CGPJ, pilares del Estado de Derecho. No cabe mayor enmienda a un partido que ha sido eje fundamental de la historia de España y que ha protagonizado la transición a la democracia impulsando desde el Gobierno importantes avances sociales y económicos que cambiaron la imagen de España.

El único objetivo declarado del sanchismo es continuar en el poder. Aquellas proclamas de solidaridad, fraternidad e igualdad han sigo engullidas por un oportunismo alejado de cualquier atisbo de dignidad, el partido ha quedado reducido a una mera herramienta del poder autocrático en manos de un psicópata ensoberbecido. Para este objetivo sobran los programas y los principios. Ausente cualquier criterio que enlace con la razón de ser del PSOE, los principios y valores que alumbraron figuras de la intelectualidad, el pensamiento político, la filosofía y la cátedra como Giner de los Ríos, Julián Besteiro, Victoria Kent, Jiménez de Asúa, Justino de Azcárate, Peces Barba ,Federico de Carvajal, etc,. Causa sonrojo conocer ahora a los grandes "pensadores" del partido; una colección de buscones provincianos, parásitos crecidos en las juventudes socialistas que no han sido capaces de procurar otro modo de vida que no sea la política. Profesionales de la nada envueltos en discursos etéreos y grandilocuentes como carnaza a los incondicionales de las siglas. Un drama para el presente y futuro de España. Sería interminable la lista de quienes han utilizado como una franquicia las siglas del PSOE sin otro propósito que el beneficio económico y reconocimiento y social, y tantas veces el manejo delictivo de los caudales públicos a su alcance. Entre los iletrados, ignorantes y necios que pueblan las áreas de gobernanza bajo las siglas socialistas destacan algunos que han realizado notables esfuerzos por hacer notar la degradación de la política española, Rodriguez Zapatero,

Bibiana Aído, Leyre Pajín, Magdalena Alvarez, Adriana lastra, Miguel Iceta, José Luis Ábalos, María Jesús Montero , Salvador Illa y otras ilustres figuras de la "intelectualidad". Mencionar la rocambolesca historieta de la tesis doctoral y coral firmada por Pedro Sánchez, un plagio sin decoro que hubiera fulminado las aspiraciones de cualquier político en un país de conciencia cívica y democrática.

Si la caterva antes mencionada no se bastara para degradar unas siglas y un país, las alianzas con jóvenes adanistas reciclados del populismo marxista supera la imaginación de cualquier analista. La cuota de ministros y ministras en el gobierno de Sánchez no sería asimilable a una empresa razonablemente organizada. Los resultados están a la vista; fracasos legislativos, intranquilidad ciudadana, ausencia de rigor administrativo, inseguridad jurídica, aumento de todo tipo de delitos contra la propiedad, contra las personas; mujeres y niños, los más vulnerables, desconfianza de los mercados, inquietud entre inversores, cifras de paro insoportables, inflación descontrolada y deuda pública inasumible.

Esta perversión de los fundamentos que justifican la existencia de partidos políticos se extiende a otras ideologías y afecta a otros países de Europa. En España adquiere tintes agónicos por voluntad de Sánchez, sus socios de gobierno y aliados parlamentarios. Olvidan los oportunistas que la única razón de ser de los partidos políticos se ha desvirtuado de tal modo que siembran la desconfianza entre ciudadanos que les han prestado su voto, de continuar este alejamiento se puede augurar que en un futuro no tan lejano los partidos políticos dejaran de existir tal como ahora los conocemos. Los más significados se han desviado de su función primordial y se encuentran manipulados por un grupo muy reducido de dirigentes ocupados de conseguir un puñado de votos sin obligación alguna sobre un proyecto en beneficio del bien común. Han olvidado que la Constitución les encomienda la formación y manifestación de la voluntad popular como instrumento de la participación política. Tan grandiosa encomienda se ve ahora sustituida por unas políticas identitarias marcadas por el odio, la exclusión y el radicalismo marxista. Los proyectos para fortalecer el Estado, consolidar la democracia y robustecer las bases del Estado de Derecho se reducen a unas leyes en relación al género, las prácticas sexuales, al aborto, al cambio de sexo , los derechos de las ratas y a todo lo que pueda justificar la presencia de tantos arribistas encumbrados en labores de gobierno. Entre otros destaca por su locuacidad tóxica un alto cargo cuyas palabras destilan odio acumulado en la frustración personal. Nada parecido sería imaginable en un país donde la razón y la ética prevalecieran sobre la ideología. La ideología como tapadera de tantas fobias, de tanto rencor y de tanta imbecilidad. A esto se reduce la política en este desventurado país; los viejos fantasmas del pasado con nombres y siglas extravagantes, aliados del sanchismo dedicados a corroer las estructuras del Estado.

Los viejos rencores no acaban, renacen en otras generaciones alimentadas en un perpetuo ajuste de cuentas. La conclusión de Alfonso Guerra la comparten los socialistas que participaron en la transición a la democracia, la lista es numerosa, bastan algunos nombres relevantes: Joaquín Almunia, José Luis Corcuera, Francisco Vázquez, Rodríguez Ibarra, José María Mohedano, Cesar Antonio Molina, Felipe González, etc, para entender la dimensión del cisma que debilitaun partido clave para la estabilidad. No sería el primer partido socialista que ha sido engullido por ineficacia y errores políticos en las democracias europeas: el Partido Socialista de Italia, el Partido Socialista de Grecia, el Partidos Socialista de Francia, sencillamente no significan nada en las políticas de estos países.

Sería aventurado pronosticar el futuro del PSOE, pero resulta sencillo conocer su deriva hacia el abismo sin otro aliento que la ambición de un dirigente dispuesto a todo. Cuando menos resulta oportuna esta enmienda a la totalidad.

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