Tribuna

Iván Garrido Jorquera

Escritor

Imaginar el mundo a través de viejos documentos

No siempre es fácil aunar, en una obra de carácter histórico, el rigor científico y la originalidad, al menos, de la manera en que Antonio Gil Albarracín lo logra en su última publicación "Imago Mundi. Arte, navegación y salud". Una cuidadísima edición no venal, de más de 600 páginas, que recopila varios centenares de patentes y pasaportes de sanidad, cuyos grabados e ilustraciones nos acercan a la historia de muchos puertos y ciudades. Y es precisamente a esa visión de puertos y ciudades, a lo que su título alude. "Imago Mundi", locución latina que significa imagen o representación del mundo, y que ya en el pasado dio nombre a varias obras, entre las que destaca una cosmografía, escrita en 1410, por el teólogo francés Pierre d' Ailly.

Las patentes de sanidad fueron documentos públicos y administrativos, emitidos por la Junta de Sanidad del puerto de origen, cuya función era acreditar que el buque en cuestión, procedía de un puerto salubre y limpio de cualquier brote epidémico ante las autoridades del puerto de arribada. La altísima mortalidad de algunas epidemias, hizo que estas patentas de sanidad fuesen de obligado cumplimiento a partir del primer tercio del siglo XVIII, amortiguando así la incidencia de los brotes que periódicamente se sucedían y, a su vez, evitando fenómenos pandémicos como los provocados por la peste de 1656 en ciudades como Génova o Nápoles, que perdieron, respectivamente, el 70 y el 50 por ciento de sus 100.000 y 300.000 habitantes. Pues no había puerto en todo el mundo conocido, que permitiese el desembarco de un buque cuya patente no estuviese limpia de toda mácula o sin antes haberlo sometido a la pertinente cuarentena. En el trabajo que aquí referimos se alude, entre muchos otros, al caso de un bergantín ruso procedente de Odesa, con escala en Constantinopla y destino Inglaterra, que el 29 de agosto de 1831 había intentado atracar en el puerto de Mahón, cuyas autoridades, al recibir noticia de que uno de los tripulantes había fallecido recientemente de cólera, no permitieron su desembarco. A las patentes se unían los pasaportes de sanidad, las primeras para circular entre diferentes puertos y los segundos entre ciudades, en tierra firme. En España, esos pasaportes fueron utilizados en infinidad de circunstancias que nos recuerdan mucho a las vividas recientemente a causa del covid19, cuando hemos necesitado acreditar a través de un documento sanitario la pauta de vacunas recibidas. Tampoco los cierres perimetrales de un determinado territorio fueron raros, y en junio de 1679, para proteger a Madrid de la peste que causaba estragos en el sur de España, las vías terrestres que unían Andalucía con la capital se cerraron con cordones de tropas y, así, la epidemia no se propagó.

Esos documentos fedatarios, que en un inicio fueron simples páginas impresas, paulatinamente empezaron a introducir diferente iconografía aludiendo al puerto emisor para acabar siendo verdaderas obras de arte, donde se plasmaban escudos heráldicos, planos y vistas de pájaro de los diferentes puertos y ciudades, representaciones simbólicas, religiosas, cristianas y también paganas. Esa ambivalencia que en muchas ocasiones se observa en los grabados de diferentes patentes entre imágenes religiosas e imágenes mitológicas o profanas, mucho tenía que ver con la filosofía neoplatónica surgida durante el Renacimiento y con

Cosme de Médicis, creador de la Academia Platónica florentina. El Neoplatonismo intenta, o intentó, demostrar que los valores morales del Cristianismo estaban ya presentes en la Antigüedad Clásica, procurando conciliar y compatibilizar el platonismo con el cristianismo y las religiones paganas.

Referido a las representaciones heráldicas, ya sea aludiendo a un determinado territorio o a una persona o linaje, debemos aseverar que la heráldica municipal y nacional sí estuvo presente en muchas patentes, especialmente en territorios de religión protestante donde la imaginería religiosa representando a las diferentes advocaciones no estaba permitida. La heráldica personal, por su parte, es escasa, siendo muy raras las ocasiones donde se ve reflejada; es el caso de algunos gobernadores de plaza que habían introducido su escudo de armas en las patentes relativas al puerto de su competencia.

En definitiva, lo que "Imago Mundi" hace, es abarcar un tema totalmente inédito no ya a nivel nacional, sino también internacional. Y lo hace con una base tan sólida como la consulta de miles de patentes y pasaportes de sanidad depositados en varias decenas de archivos. Tan sólo contando con las patentes custodiadas en los respectivos archivos municipales de la capital almeriense y de Vera, ya se dispone de un amplio elenco de más de 3.000 ejemplares de los siglos XVIII y XIX, en los que el autor ha sabido encontrar algo que había pasado totalmente desapercibido, pero que a partir de ahora, habrá de tenerse en cuenta al estudiar muchos aspectos relacionados con la historia de la Medicina o del Arte.

Se trata de un exhaustivo trabajo de archivo, muy anterior a la reciente pandemia, que lo ha hecho, si cabe, más atractivo por la vinculación en algunos aspectos con las circunstancias actuales. Ya que, pese a los muchos años que separan lo que este libro nos cuenta de cuánto hemos vivido recientemente, probado queda que el ser humano siempre ha estado expuesto a los azotes de las pandemias.

Este impresionante volumen, editado por el Ayuntamiento y la Diputación de Almería conjuntamente con la Fundación de Arte Ibáñez Cosentino, fue presentado en el Museo de Arte de Almería el pasado 18 marzo. Una obra que debería haber salido a la luz en 2020, pero que las circunstancias por todos conocidas, relativas a la pandemia que aún hoy sufrimos, ha retrasado casi dos años. Pero, como afirma el atleta Linsey Vonn, los retrasos deben motivarnos.

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