Tribuna

Javier Pery Paredes

Almirante retirado

El Plan Marshall

, la realidad es que George Marshall fue un militar que llegó a ser Jefe de Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos de América durante la Segunda Guerra Mundial

El Plan Marshall El Plan Marshall

El Plan Marshall

El efecto egocéntrico de Europa, como diría Franco Battiato en una de sus canciones, le hace pensar en el Plan Marshall como solución a la inminente percepción de destrucción de la economía. Lo dicen aquí y en Bruselas. Sin embargo, la situación actual difiere de la post-guerra que vivió el continente europeo a finales de los años cuarenta. Me permitirán que les haga algunas consideraciones de esas diferencias, de menor a mayor para que, a su buen juicio, se queden con lo suficiente para entenderme. Ni su autor, ni su nacionalidad, ni su destinatario, ni su finalidad tienen paralelismo con lo de hoy.

Aunque en España se le conoció como un civil americano, un Mister, a raíz de la película de Luis García Berlanga, la realidad es que George Marshall fue un militar que llegó a ser Jefe de Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos de América durante la Segunda Guerra Mundial. En ese puesto destacó por su capacidad para organizar e innovar. Implantó eso tan extendido hoy que se llama Logística, una forma de proporcionar medios de todo orden en tiempo y forma oportunos. Se cuenta que el almirante King, su colega de la Marina en la Junta de Jefes de Estado Mayor, al oírle hablar de ese nuevo arte en la guerra, se volvió a uno de sus ayudantes presentes en la reunión y le dijo: ¡No entiendo nada de lo que dice este General, pero quiero un poco!

La capacidad de liderazgo de Marshall tuvo muchas manifestaciones, algunas de ellas chocarían hoy con la manera de entender qué es ser líder, al dar puestos de prestigio a los subordinados, proporcionarles el éxito y quedarse él en segundo plano. Un ejemplo fue el nombramiento de Eisenhower como Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas para la Invasión de Europa. Mientras que él permanecía en la sombra, le proporcionó los medios para alzarse con la mayor victoria militar del siglo XX y, con ello, abrirle camino hacia la Presidencia de los Estados Unidos.

Con su experiencia militar en dos guerras mundiales y otro par de ellas en Cuba y Filipinas, ya como Secretario de Estado (Ministro de Asuntos Exteriores para entendernos), Marshall mostró su madera de líder al mantener al General Duglas MacArthur, después de la victoria militar en el Pacífico, como artífice de la reconstrucción política y económica de Japón y al afrontar lo que consideró una necesidad estratégica de primer orden: la recuperación económica de Europa; ya que en el orden político, vencido el totalitarismo

nacional-socialista alemán, esa sería la barrera del otro fascismo, el comunista y su versión más extrema: el estalinismo macabro del "Uncle Joe". Así, monarquías y repúblicas europeas, incluidas las auto-declaradas neutrales como Suiza, recibieron ayudas económicas para ser políticamente después de la guerra lo que habían sido antes de los totalitarismos.

El plan, al tiempo de respetar los fueros de las naciones libres, aprovechaba el impulso latente de la industria americana, ofrecía recursos excedentes de la guerra y permitía el acceso a nuevas técnicas. Todo ello bajo la seguridad del paraguas militar estadounidense primero y a través de la Alianza Atlántica después. España quedó fuera del Plan Marshall por "incompatibilidad política", aunque la realidad de la post-guerra mundial subsanó esa discrepancia con una "compatibilidad militar" a través de los Acuerdos Hispano-Americanos de septiembre de 1953.

Dicho lo dicho, el Plan para la Recuperación de Europa de 1947, la denominación formal del "Plan Marshall", lo diseñó un líder experimentado, lo evaluó una administración no europea desde fuera, lo apoyó una nación comprometida política y económicamente con la libertad, lo llevaron a cabo los ciudadanos europeos de entonces disciplinada y esforzadamente y, sobre todo, tuvo objetivos claros: recomponer lo demolido por el nazismo, contener la expansión del comunismo y reconstruir económicamente lo destruido por la guerra.

Hoy por hoy, al invocar éxitos del ayer y tratar de resucitar soluciones del pasado para problemas actuales, hay que pensar si se dispone del líder capaz de diseñarlo, del auditor externo que lo avale, del generoso aliado dispuesto a apoyarlo y, por encima de todo ello, del objetivo final que se persigue. Se hable de planes o de pactos, me hago siempre una misma pregunta ¿quién gana con ellos? Y solamente me interesa si es España quien lo hace.

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