La tribuna

El circo político de Sánchez

El circo político de Sánchez
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El jueves pasado los españoles tuvimos la ocasión de asistir al circo gratuitamente, vamos un auténtico chollo a final de mes, cuando las maltrechas economías no dan más de sí; bueno lo de circo tal vez sea demasiado y lo voy a rebajar a nivel de títeres. Durante mi niñez el circo era un gran espectáculo, pero solo se instalaba en las capitales de provincia y en grandes ciudades. En los pueblos nos conformábamos con los títeres donde nunca faltaba la tabla y el rulo, la cabra y un joven que andaba por el alambre. El jueves día 30 los títeres se instalaron en el Senado y fueron televisados; pero no me divertí en absoluto, el espectáculo fue bochornoso, aunque he de confesar que no esperaba otra cosa. Sánchez hizo juegos malabares con las preguntas que le formulaban y fue incapaz de contestar a una sola con un simple “sí” o “no”, como le demandó en varias ocasiones el Presidente de la Comisión Eloy Suárez. Ya lo había pronosticado hace unos días Yolanda Díaz en el Congreso, cuando afirmó que teníamos Gobierno de Corrupción para rato.

Las “cinco horas con Sánchez” le ha quitado todo el protagonismo que adquirió Miguel Delibes en 1996 cuando publicó su novela “Cinco horas con Mario”, que posteriormente cosechó un triunfo mayor aún, con su adaptación al teatro, con la magistral interpretación de Lola Herrera. 5 días para reflexionar, 5 horas; espero que no aguante 5 años en Moncloa.

El otro circo de esta semana pasada ha sido el de Valencia, en el que desde el primer momento Sánchez tuvo muy claro que tenía que ser un funeral laico; no importa que la mayoría de las víctimas fuesen cristianas. Es posible que con tanto viaje a Marruecos se haya islamizado en secreto, porque a las fiestas del Ramadán sí que va, o al menos felicita a los musulmanes todos los años. Sus seguidores fueron perfectamente amaestrados con disciplina de Mao Zedong y pude ver en televisión cómo en un momento dado, un hombre que permanecía sentado en una de las primeras filas, levantó la mano y la masa aborregada que permanecía de pie al fondo, empezó a gritar “Dimisión Mazón”. En fin, lo que se dice una reacción espontánea del pueblo. Y quiero dejar claro, que Mazón debería haber dimitido hace tiempo y haber dejado el cargo de una manera digna. Dicho esto, añado que en la dana no hubo ni un solo responsable que estuviera a la altura que requería el momento. Ante una catástrofe de estas dimensiones todo el mundo tiene que arrimar el hombro y no ponerse un impermeable para que no le salpique el lodo. Cuando ocurre una catástrofe nacional de esa envergadura, porque afectó a tres Comunidades: Valencia, Castilla la Mancha y Andalucía el que tiene que tomar las riendas es el Gobierno y no tratar de sacar rédito político de la tragedia. Los únicos que estuvieron a la altura que requería el momento fueron: el pueblo llano, los bomberos y los cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que se volcaron, como siempre. Los buitres, a comer carroña, también como siempre.

Sánchez, que se mantiene en el poder gracias al apoyo de los herederos de terroristas y de los independentistas huidos de la justicia, no se merece el respeto de ningún español que se precie, ni dentro ni fuera de España, porque ser patriota es una cosa y defender a un mentiroso compulsivo, que se alinea con los terroristas y comunistas más radicales del mundo, es otra cosa muy distinta. Escribía Mark Twain que “patriotismo es apoyar a tu país siempre, y a tu gobierno solo cuando lo merece” pensamiento que asumo totalmente y Sánchez y la totalidad de su gobierno, porque ningún ministro dimite, no son merecedores de nada. El problema le surge a Sánchez cuando confunde Estado, Gobierno y partido, es decir todos los días.

A la vista de este panorama político, cultural y amoral de los que nos gobiernan, uno podría sentirse abatido y derrotado y sin embargo no me siento así. Escribía Pemán: “no se asombra mi osadía, porque otros afanes más altos sueña, no asombra el guijo a la peña…” pues yo tampoco decaigo en mi empeño de que todo puede volver a la normalidad y que esta plaga del sanchismo que nos azota fuertemente, dentro de un siglo sea algo anecdótico, de un descerebrado de cuyo nombre nadie se acuerde. La regeneración moral de un pueblo siempre es posible y depende de la voluntad, que es una facultad humana.

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