Tras la decisión tomada por el gobierno fementido y felón que sufrimos, en la reunión de la Comisión Bilateral Generalitat-Estado, reunida hoy en Barcelona, donde se establece la felonía de un nuevo sistema de financiación autonómica, hecho al gusto y medida de Cataluña, sin contar con el resto de los españoles; y, ante la necesidad de que el acuerdo sea refrendado por el Congreso, cuando la experiencia nos asegura que tal arreglo vergonzoso, será aceptado sin rechistar por los diputados del PSOE de Andalucía; quiero, desde mi humilde tribuna; y, exclusivamente a título personal, dirigir una pregunta a todos los diputados andaluces del PSOE, que aún no se han plantado ante estos desalmados.
Cuando un día vuestros nietos os pregunten: Abuelo ¿Por qué apoyaste que, a tus descendientes, nos convirtieran – y como tal nos discriminara la historia – en ciudadanos de segunda? ¿Por qué aceptaste que yo, que no había nacido, naciera ya discriminado ante la ley, cuando la ley, que tu juraste (o prometiste) defender, afirmaba lo contrario? ¿Tan solo por unos cochinos tres o cuatro mil euros? ¿Y por esa miseria, nos quitaste la dignidad y el derecho que, de por vida, nos otorgaban nuestra Constitución y nuestra cuna? O, ¿Acaso por seguir medrando en un escaño, como simples culiparlantes dóciles y serviles sin otra opinión que la orden dictada por aquellos cuyos intereses se anteponen a los de casi cincuenta millones de españoles? Y por eso ¿Os dejasteis manejar para hacer de palanganeros de los independentistas? No sé lo que contestarán, pues la dignidad, realmente la perdieron con la Amnistía, cuando votaron aquel desatino en el Congreso de los diputados, y se convirtieron de facto en auténticos infamados de acuerdo con Las Siete Partidas (el infamado era persona inhábil para honores y dignidades, según la ley IV, título XXI, partida VII.)
Y lo peor está por venir si, reclinando la cabeza ante el yugo de la injusticia, se dejan uncir como los bueyes a los que hiciera mención Miguel Hernández apoyando la ignominia de que se rompa la Caja común de la recaudación de los españoles, aumentando aún más la desigualdad de los españoles en una decisión totalmente anticonstitucional y vergonzosa. Y ahora, vosotros que debéis el escaño a los andaluces que os votaron, ¿Aceptaréis en su nombre, el yugo de la deshonra cuando no os votaron para esa vileza? Una vileza firmada precisamente en un día simbólico en el que los hombres cambiaron el destino del mundo con la toma de la Bastilla, la máxima muestra a lo largo de la historia, de la reivindicación de unos ciudadanos pidiendo la igualdad ante la ley y consiguiéndola con riesgo de sus propias vidas. Y ahora, vosotros, marionetas de unos cuantos inmorales que os manejan y que, al someterse a los deseos de los independentistas catalanes y vascos, nos menosprecian y ningunean a los andaluces, no solo lo habéis de permitir, sino que lo habréis de propiciar, mientras ellos conservan unos privilegios propios de reyezuelos medievales. Vosotros, de forma consciente, vais a ser capaces de privar a los españoles de la igualdad ante la ley que tanto costó conseguir a nuestros abuelos, a nuestros padres y a muchos de nosotros que en 1978 ya estábamos luchando por nuestra – ¡Y, vuestra! - libertad.
Y lo peor es que, junto con vuestra dignidad y la de vuestros descendientes que, tarde o temprano, os pedirán cuentas, estáis de acuerdo con un gobierno que nos ha discriminado con vesania protérvica a todos los demás. Sinceramente, si lo aceptáis, me daréis pena, ya ni asco me produciréis, ya no seréis nada, apenas seréis un dedo inerme, autómata e insensible dirigido para votar lo que ordenen quienes os enchufaron y os facilitaron un pesebre por el que no habéis dudado en humillaros y humillarnos a los demás. Ya no vale la pena ni vomitar por vosotros, habéis prostituido y os reiteraríais en ello, unos escaños que representan a los españoles que lucharon - muriendo muchos de ellos - por la igualdad de todos ante la ley. Si, después de eso, al mirar a la cara a vuestros hijos y nietos, aún podéis dormir por las noches; que Dios, os lo demande.