El apellido Pérez está muy extendido en Almería capital y en la provincia, y son muchas las familias ilustres que lo ostentan. Cito entre ellas a los Pérez Ibáñez, Pérez Manzuco, Cassinello Pérez, Pérez Siquier, Jesús Pérez de Perceval o el Canónigo Andrés Pérez Molina, por citar algunas.
Tomaremos como punto de partida a Antonio Pérez Díaz, un abogado almeriense nacido en la década de 1820, que contrajo matrimonio con María Ibáñez Vizcaíno natural de Felix. Fruto de este matrimonio nacieron sus hijos: Emilio, Antonio, Eduardo, Francisco y María del Carmen. Don Antonio, el padre, pronto se significó como liberal y participó en la intentona de “Los Coloraos” por lo que fue condenado y perdonado 5 años después. Los cuatro hermanos varones cursaron sus estudios en el Instituto de Segunda Enseñanza de Almería. Antonio estudió Derecho y trabajó como Oficial Primero en el Ministerio de la Gobernación. Francisco lo hizo en el Ayuntamiento de Almería en la Secretaría. Los dos hermanos mayores Emilio y Eduardo son los que tuvieron mayor trascendencia en la vida política de Almería. Sus nombres son recordados diariamente al pasear por nuestras calles: Emilio Pérez Ibáñez, porque la antigua Plaza Circular lleva su nombre desde el 15 de julio de 1903. También el Ayuntamiento le dedicó una calle en la barriada de Cabo de Gata. En cuanto a la Plaza, seguimos utilizando indistintamente los dos nombres para designarla, ya que su forma circular la delata. A Eduardo Pérez Ibáñez se le puso su nombre a la calle que sube a la catedral desde la Calle Real, lo que hace que también nos resulte familiar. Anteriormente se llamó Calle de El Cid.
Emilio Pérez nació en Almería el 28 de septiembre de 1849. Cursó sus estudios en la Universidad de Granada, licenciándose en Derecho y Filosofía y Letras. En 1870 abrió un bufete de abogado en Almería y también una Academia de Derecho. Formó parte del partido Conservador (al decirlo me expongo a que le quiten el nombre). En 1875 entró como síndico en el Ayuntamiento de la capital. Al cesar en el cargo trabajó como juez municipal. Al dividirse el partido conservador, Emilio optó por los “Cigarrones”. Su vida política fue larga y variada: fue Teniente Alcalde, Alcalde Interino, Diputado Provincial por Gérgal, Gobernador Civil Interino y Diputado a Cortes por Vera y Almería. En 1885 compró grandes extensiones de monte público en Níjar y otros municipios, que vendió por parcelas, obteniendo un gran beneficio. Siendo ya rico o muy rico en 1887 junto con Jover empezó la construcción de la Plaza de Toros. Pero su obra más emblemática fue la mansión que mandó construir como vivienda en la parte baja del Paseo, que posteriormente se convirtió en Casino y en la actualidad es la sede de la Delegación de la Junta de Andalucía. También publicó un libro: “El acta de la circunscripción de Almería, Canjáyar y Gérgal”; uno de estos ejemplares se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid. En 1891 alojó en su mansión a Francisco Silvela, cuando nos visitó con motivo de la gran riada de 1891. Este es el personaje a grandes rasgos, importante en Almería y conocido en Madrid.
El otro Pérez Ibáñez que destacó del resto de hermanos fue Eduardo (1845-1917). Estudió Medicina y Cirugía en Cádiz. Fue alcalde de Almería en dos ocasiones: en 1907 y 1909 como miembro del Partido Conservador de Maura. Se movió de forma insistente ante el Gobierno, para que se encauzara la Rambla tras la riada de 1891. También promovió la pavimentación y adoquinado de las calles y plazas más importantes de la ciudad. A él se deben las expropiaciones para embellecer la Puerta Purchena y para abrir la calle Reina Regente, que adoquinó. Durante el siglo pasado, al menos, fue considerado como el mejor alcalde de nuestra ciudad.
Como médico ejerció la profesión como ginecólogo en el Hospital Provincial, y fue el primero que hizo una cesárea en Almería, haciéndolo sobre una mesa de zapatero. Fue Presidente del Colegio de Médicos de Almería, Médico Militar y Médico de la Plaza de Toros. Gran aficionado a los toros; en 1864 participó en una novillada como banderillero con el nombre de “Carita”. A su muerte, el entierro fue el más multitudinario de todos los tiempos hasta entonces.
Eduardo Pérez tuvo gran influencia en la política y la medicina del siglo XIX hasta su muerte.