España arde como nunca lo había hecho antes. Algunos siguen culpando de esta ola de incendios al cambio climático, que es la cantinela que ha inventado este PSOE de Sánchez y que utiliza como música de fondo, para mantener un ministerio en el que viven como pachás muchos amigos a cuerpo de rey (concretamente del rey de copas y el rey de oros) Que el planeta se está calentado es un hecho incuestionable, tanto como que lo viene haciendo desde hace miles o millones de años, mucho antes de inventarse los coches, frigoríficos y calefacciones y muchísimo antes de la creación del Ministerio de Medio Ambiente. Hay más de 30 detenidos y un total de más de 100 investigados como responsables de provocar los incendios en los montes. Por otro lado el Gobierno reconoce que como mínimo el 90% de los incendios son provocados. También sabemos que los pirómanos, no todos, pero sí muchos de ellos, son expertos en provocar y apagar incendios y ellos saben perfectamente que los fuegos se propagan de forma virulenta en los días de las olas de calor que padecemos todos los veranos principalmente en los meses de julio y agosto. Provocar un incendio en invierno con temperaturas bajas y la humedad del aire alta, nunca producirá los efectos de destrucción en personas, fauna y flora de la zona afectada deseados. Normalmente durante los meses fríos los incendios no pasan de ser conatos.
Hay otros incendios que sin ser provocados, se producen por la irresponsabilidad de conductores que siguen tirando por las ventanillas de sus vehículos habitualmente papeles, restos de comida y las colillas de sus cigarrillos sin apagar; también están los que preparan fuegos en el campo para hacer una barbacoa y luego no apagan debidamente las ascuas y los rescoldos; el viento y el calor se encargan del resto. Incluso el dejar vidrios en el campo es una grave irresponsabilidad, pues las altas temperaturas de julio y agosto al incidir los rayos de sol en el cristal pueden hacer el efecto lupa y y la hierba seca que hay a su alrededor arderá como la yesca, consiguiendo prender fuego en hiervas y matojos secos.
Un pirómano convicto debe tener un juicio rápido y una sentencia ejemplar... bueno, como otros muchos delincuentes tales como ocupas, violadores, maltratadores y autores de falsas denuncias de maltratos, que también las hay.
Cuando escribo este artículo ya son más de 400.000 Ha las que se han quemado en España; para cuando se publique pueden ser bastantes más. Estas zonas quedan totalmente calcinadas y hasta que transcurran bastantes años no volverán a tener vida. La mayor parte de los incendios producidos durante este mes de agosto han tenido lugar en las provincias de Cáceres, Zamora, León y Orense, pero no son los únicos, pues incendios ha habido prácticamente en todas las provincias. En la de Almería también hemos tenido uno en la zona de Lubrín.
Hasta hace medio siglo aproximadamente los montes estaban limpios; los motivos eran varios y económicos: los fogones de las casas, sobretodo los de los pueblos, funcionaban con matojos (bolinas, tomillos, retamas…) ramas y troncos procedentes de las podas y algunas talas de los montes públicos. Anualmente se arrancaba el esparto, que en el caso de Almería suponía una importante fuente de riqueza. También se arrancaban las alhucemas (lavándulas) cuyo aceite era muy utilizado en medicina y en perfumes. Por último los rebaños de cabras y ovejas solo comían lo que daba la tierra, es decir pastos. Por todos estos motivos los montes estaban limpios y a pesar del calor del estío había bastantes menos incendios.
Desde 1984 hasta 1990 gran parte de mi vida la pasé haciendo experiencias con diversos tipos de materiales y municiones en el Campo de Tiro de “El Teleno”, junto al pueblecito de Luyego de Somoza. En ocasiones se produjeron pequeños fuegos que quedaban apagados rápidamente. Pero había otros fuegos que se producían cuando los militares no estábamos allí, que eran provocados por algunos pastores del pueblo. Todos los vecinos de Luyego sabían quienes eran los incendiarios, pero callaban. El motivo era que el fuego quemaba unos matojos, a los que llamaban lauz o algo parecido, que impedía que creciese la hierba que se comían las ovejas.
Reivindico que las cabras vuelvan al monte y algunos ecologistas también; para siempre.