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Beatriz Serrano (Madrid, 1989) visita Almería dentro del programa “Diario de los libros”, para presentarnos su última novela “Fuego en la garganta” que ha sido finalista del premio Planeta en 2024. La autora nos propone una trepidante narración que se convierte en una especie de arqueología del pasado reciente, para ayudarnos a entender cómo fueron los años 90 (con una infinidad de referencias culturales, musicales y literarias), y sobre todo para entender a los jóvenes de esa generación.
“Fuego en la garganta” está repleta de emoción en cada página, y representa a una época en la que nuestros jóvenes tuvieron que hacer frente a la búsqueda de identidad, valores y ubicación en el mundo. Una generación que tuvo que reinventar el mapa de su existencia para comprender las claves de un mundo físico y real que a veces, por insuficiente, se sustituía por un mundo virtual. Como profesor de literatura, llevo más de veinte años tratando con adolescentes, y considero que la autora refleja de forma magistral, a través de Blanca y sus amigas, esa necesidad generacional y adolescente de encontrar el lugar que se ocupa en el mundo.
Blanca, la protagonista, vive en un barrio de Valencia cuando sufre una pérdida que marcará su vida: “El principio de la historia de Blanca data del día en que su padre le dijo que su madre se había ido de vacaciones. (…) Sin embargo, su madre nunca volvió” (pp. 13-14). A partir de ahí un temor la hace arder interiormente, se trata de la posesión de un don insólito: la capacidad de provocar que sucedan milagros.
¿Se puede matar a alguien con el pensamiento?. Blanca descubre que sus poderes tienen una fuerza descomunal. Toda esta parte “sobrenatural” de la novela puede leerse en clave de gestión emocional: ¿qué sucede cuando no sabemos gestionar la rabia, la tristeza o la ira?. Podemos entenderlo como una metáfora del potencial de la mente humana y la necesidad de conocer nuestras emociones, y conocernos a nosotros mismos. Crecer con sentimientos o emociones que arden en el pecho, sin saber cómo expresarlas o controlarlas, supone sufrir una existencia desgarradora y desubicada.
Blanca encuentra a su “familia elegida”: un grupo de chicas con las que conecta porque ellas también se encuentran buscando su sitio en esta sociedad, y comparten la necesidad de encontrar un camino que aporte luz en sus vidas. Beatriz Serrano consigue construir unos personajes que mantienen relaciones creíbles, no idealizadas. Las formas de interrelación entre Blanca y sus amigas son intensas y reconfortadoras, pero también llenas de conflictos y contradicciones. La novela también plantea el papel ambivalente de la amistad que es salvadora y sanadora, pero en ocasiones también destructiva.
Además, los lectores almerienses van a tener una sorpresa muy especial que, evidentemente, no voy a desvelar. Al lector almeriense podemos adelantarle que, además del placer de leer esta emocionante novela, va a disfrutar viendo plasmados lugares emblemáticos del Parque Natural de Cabo de Gata que, lejos de ser un mero escenario, tienen un gran valor simbólico en la novela: “las impresionantes cárcavas surcadas en las montañas hasta las ramblas que se teñían del ocre amarillento al más anaranjado, era para Blanca el reflejo de las erosiones invisibles que también habían dejado huella en su paisaje interior” (p.395). En este sentido “Fuego en la Garganta” es un paseo por los entresijos del alma, una excursión por nuestra geografía interior, la construcción de un mapa existencial que tiene su paralelismo con los maravillosos paisajes almerienses. Por tanto, un valor añadido a los méritos de literarios de esta atractiva novela con la que los lectores almerienses disfrutaremos y nos emocionaremos.
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