Entre los muchos tópicos que hay acerca de las matemáticas, y de los que nos dedicamos a ella a través de la investigación, se encuentra la indefectible afirmación de que somos gente rara, fría e incluso asocial. Como en todo, seguro que especímenes extraños ha habido, hay y habrá, y no voy a negar que conozco alguno de ellos, pero ¿es esa la regla general? No se preocupen no voy a tratar de convencerles de su idea preconcebida sea cual sea, les voy a dejar que saquen sus propias conclusiones a través de un problema. Por cierto, eso de pensar y uno sacar sus propias conclusiones nunca ha estado demasiado bien valorado, ya decía Bertrand Russell “La mayoría de la gente moriría antes que pensar; de hecho, lo hacen”.
Pero vayamos contextualizando el problema, esto de contextualizar es algo muy cool en la educación moderna. A lo largo y ancho del mundo existen centros de investigación, similares a los centros de alto rendimiento para deportistas como el de Sierra Nevada, pero para matemáticos y matemáticas. Sí, allí nos reunimos para que un entorno confortable y con todas (o casi) nuestras necesidades cubiertas nos podamos dedicar al avance de la Matemática. Por citar algunos en Europa, está el prestigioso Instituto Isaac Newton en Cambridge, el Instituto Mittag-Leffler en Estocolmo, el Henri Poincaré en el universitario barrio latino de París, y por supuesto el Mathematisches Forschungsinstitut Oberwolfach (MFO) en Oberwolfach en la Selva Negra alemana. Es el MFO el que motiva el denominado problema de Oberwolfach.
El MFO está situado en un sitio idílico, situado en una pequeña ladera de un monte en la Selva Negra y lejos de cualquier distracción. El año pasado cumplió 80 años y su historia muestra lo intrincada y compleja que es la vida. Está financiado esencialmente por el gobierno federal alemán, aunque la construcción de los actuales edificios fue realizada en colaboración con la Fundación Volkswagen. El objetivo es reunir a matemáticos y matemáticas de cualquier parte del mundo para que, sin distracciones externas, puedan dedicarse a lo importante: el conocimiento matemático. Por las salas de sus edificios han pasado los matemáticos más ilustres de la segunda mitad del siglo XX y sigue siendo un centro de excelencia en este siglo. Y aquí viene la cuestión, ¿cómo hacer que las personas allí reunidas interrelacionen?
Por si no lo saben, los matemáticos tenemos fama de trabajar en solitario o con un grupo reducido de colaboradores. Hasta el siglo XX, eran mayoría los trabajos de investigación realizados con un solo autor, hoy en día esto ha cambiado, pero encontrar trabajos con más de tres o cuatro autores resulta extraño pues en el proceso de creación matemática no es necesario un número elevado de personas. Pero, en fin, si estás alojado durante un tiempo en un sitio apartado, al menos habrá que cuidar las relaciones sociales. Así que a alguien se le ocurrió que, en cada una de las comidas de cada día, los comensales ocuparan un sitio distinto en las diferentes mesas circulares que conforman el comedor. O dicho de otro modo, cuando llegas al comedor tienes que buscar qué lugar te ha tocado y allí averiguarás quiénes son tus compañeros de viandas. Si me permiten la broma, a quien se le ocurrió fue un precursor de ciertas aplicaciones móviles de hoy en día. Pues de ahí, surge el denominado problema de Oberwolfach, que sucintamente se puede expresar de la siguiente forma: cómo sentar a los matemáticos presentes en las distintas mesas redondas del comedor durante un número determinado de comidas, de tal forma que cada matemático se siente al lado de cada uno de los demás exactamente una vez. Por cierto, las mesas no tienen necesariamente el mismo tamaño. El problema nos lleva a una rama de las matemáticas conocida como teoría de grafos y sigue dando lugar a muchas publicaciones al respecto, pues no es nada trivial. En este momento de la lectura, ¿cuál es su opinión a la pregunta hecha? Si la respuesta es que somos gente rara o poco social, prepárense porque vamos a ser legión. Este año, como los anteriores, el Grado en Matemáticas de la UAL ha recibido muchas más peticiones de ingreso que oferta de plazas hay, situándolo en el pódium de las titulaciones más demandadas. En fin, ser diferente es muy bueno.