Manuel Espinosa Labella

Parque de la Hoya y cerro de San Cristóbal

La tribuna

11337338 2025-03-13
Parque de la Hoya y cerro de San Cristóbal

13 de marzo 2025 - 03:06

Tenía noticia del nuevo parque de la Hoya por los medios de comunicación, pero no lo había visto al atardecer de un día cualquiera de este benigno invierno de Almería, que ya anticipa una precoz primavera.

La estampa de la sombra de la Alcazaba proyectada sobre el parque y la vista de las murallas de Jayrán al fondo, no pueden ser más evocadoras de nuestro glorioso pasado, cuando Almería era una taifa con cierta importancia en el mundo árabe y puerto del califato de Córdoba. No creo que se pueda encontrar un lugar más mágico y enigmático en el entorno de nuestra ciudad, porque el silencio del parque es sobrecogedor y, como dijo Napoleón en su visita a las pirámides de Egipto, salvando las distancias, “diez siglos de historia nos contemplan”.

No creo que pueda haber otro lugar más adecuado para celebrar un festival de música o danza similar a la de nuestra querida Granada, salvando las distancias, no siendo un escenario mucho peor que el del Generalife, que tanta fama tiene y con razón.

Ciertamente queda mucho por hacer en ese entorno, como poner en valor las murallas de la Alcazaba en su cara norte, la oculta y desconocida; y por otra parte, iluminar las murallas de Jayrán, otro vestigio del poder árabe de nuestro puerto de mar, que también fue la causa de la toma de la ciudad por los aragoneses durante unos cuantos años antes de la definitiva reconquista.

Pero si a ese paisaje singular sumamos las vistas desde los nuevos accesos al cerro de San Cristóbal y a la imagen del Sagrado Corazón, ahora bien iluminado, cual Cristo de Corcovado de Río de Janeiro, el conjunto no puede ser mejor. A las impresionantes vistas de la ciudad se suman las del puerto y la Alcazaba, por medio el parque de la Hoya.

Es una pena que por la ubicación de unas gacelas estas actividades culturales puedan quedar vedadas a la espera de un traslado de los pobres animales, no acostumbrados al otro flamenco que no sea el de plumaje, ni mucho menos a una orquesta filarmónica.

Estoy seguro que, superado este obstáculo, este podrá ser el escenario de muchas tardes y noches mágicas de música y canción, a las que invita el entorno con su silencio y su acústica. La misma que debió facilitar la comunicación entre los moradores de la Alcazaba y los vigilantes de las murallas de Jayrán, que tan bien protegían a la perla del mediterráneo, la joya oculta de una Almería, ahora recuperada del olvido por las recientes las obras de nuestro Ayuntamiento.

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