La tribuna
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Eran unos tiempos en los que, aunque parezca mentira, todos teníamos trabajo, eran unos tiempos en los que trabajar y estudiar era sumamente fácil, en los colegios, nos enseñaban: historia de España – la de verdad, no la falacia que se pretende enseñar ahora – nos enseñaban geografía, todos sabíamos donde estábamos, simplemente contemplando los ríos, las montañas y las costas; apenas con un poco de interés, los jóvenes de quince o dieciséis años – y a veces los de trece y catorce – conocíamos cómo era España; hoy, ni viajando, conocen nuestro país; nos enseñaban gramática, y el que tenía un poco de interés, apenas cumplía los diez años, ya ignoraba lo que era una falta de ortografía en castellano; hoy se nos saltan las lágrimas a los viejos cuando vemos algunos escritos de personas con títulos e incluso con responsabilidad en la Administración – omito la vergüenza de los WatsApps - y también, nos enseñaban Matemáticas. Eran unos tiempos en los que los jóvenes que no querían, no podían (aunque con esfuerzo, sí podían, muchos lo hicimos) o no tenían facilidad para estudiar, al cumplir los quince o dieciséis años, comenzaban la enseñanza de un oficio como aprendices y al llegar a los diecinueve o veinte años en que los llamaban a filas, ya eran oficiales, muchos de ellos autosuficientes para forjarse un futuro que, en muchos casos fue espectacular. Eran unos tiempos en los que lo principal era aprender a trabajar y los padres, ayudaban a los hijos pensando en un futuro, al contrario que hoy, en que los tienen que ayudar para que no pasen hambre o se perviertan. Hoy pensar en el futuro profesional, es imposible. Los condicionantes a los que obliga una sociedad manipulada, en la que pronto se alcanzará el objetivo final de la izquierda, consistente en que todo lo que no sea obligatorio estará prohibido; estamos dentro de una pseudodemocracia podrida por una partidocracia, que nos ha llevado a ello de la mano de ineptos y sinvergüenzas. En aquel tiempo, cuando salíamos de la universidad, solo hablábamos con las empresas de trabajo, dejando el salario para cuando ya nos lo ganábamos; pocas veces – por lo menos yo, ninguna – hablábamos de horas de trabajo. A cambio, con treinta años, muchos ya teníamos la vivienda de nuestra propiedad. Solo con el II Plan Nacional de la Vivienda (1961-1975) se construyeron en España cuatro millones de viviendas. Entre 1961 y 1975, se construyeron en España 4.080.619 viviendas; llegándose en conjunto a los 7,7 millones en 1980, momento en el que España, estuvo a la cabeza de propietarios de la vivienda habitual en Europa. Eso se logró tan solo con pensar en ayudar al ciudadano y a sus familias y no en sangrarle a impuestos, para después darle una limosna para ir al cine y que les voten. El Decreto 2114/1968, de 24 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de la Ley sobre VPO, Decretos 2131/1963, de 24 de julio, y 3964/1964, de 3 de diciembre, en su Sección 2ª (Exenciones y bonificaciones. Arts. 42 al 56) era una norma claramente definitoria de la intención de ayudar al pueblo a que pudiera tener una vivienda digna. La adquisición de viviendas de Protección Oficial, estaba exenta del 100% ITP y AJD. Había bonificaciones a los intereses bancarios que iban desde el 50 al 90%, tanto para la construcción como para la financiación; durante un plazo de veinte años, las VPO gozaban de una bonificación del 90 por 100 del IBI, bonificación que sería aplicable también a todo recargo, arbitrio, derecho o tasa establecidos por el Estado, las Diputaciones Provinciales, Cabildos Insulares o Ayuntamientos. La bonificación del 90 por 100 se aplicaría también al arbitrio sobre incremento del valor de los terrenos, (Plus Valía) en las transmisiones con destino a la construcción de “Viviendas VPO” así como en la primera transmisión de éstas; igualmente, se dejaba de exigir el arbitrio sobre solares, estando las transmisiones de los solares para edificar VPO exentas del ITP. Las viviendas iban desde los 100 a los 160 m2. En el 1980, una empresa de 200 trabajadores en la que yo trabajaba, celebró una comida homenaje para festejar que el 100% de los empleados teníamos vivienda propia. Hoy, esto es una utopía imposible, pero según dicen, ahora estamos mejor. Mendacium liberabit, si quis credit.
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