Tribuna

Javier Pery Paredes

Almirante retirado

La porfía

Porfiar es una palabra castellana que en el decir andaluz adquiere otro significado al académico de obstinarse reiteradamente en una discusión

La porfía La porfía

La porfía

Permitanmé una regla de tres sui generis por ser de ciencias, aunque ahora dedique más tiempo a las letras. Una emergencia es a un plan de contingencia preparado de antemano, lo que una crisis es a "x", donde "x" es la incógnita para resolver el problema. Desde que Robert McNamara, Secretario de Defensa con Kennedy, estableciera el término "crisis" durante el agresivo despliegue de misiles soviéticos en Cuba, hace más de medio siglo, este vocablo se universalizó y dejó de definir, como dice la Real Academia Española, el enfrentamiento entre dos o más estados susceptible de acabar en un conflicto armado. Ahora, abandonado su origen bélico, por aquello de ocultar la guerra a la humanidad, la crisis adoptó calificativos "civiles" como social, sanitaria, económica, humanitaria,... Sin embargo, merece la pena ir el origen histórico del concepto para acordarse de los principios con que se gestionan y así desvelar la incógnita de esta situación que vivimos.

Gordon A. Craig y Alexander L. George dieron en "Force and Statecraft: Diplomatic Challenges of Our Time" muchas claves sobre las crisis. Del análisis de campañas militares pasadas establecieron que, para evitar llegar al conflicto, ambas facciones debían acordar requisitos comunes para solucionarlo. Estos eran, en síntesis: Mantener el control de las operaciones al máximo nivel, Crear pausas entre las acciones militares, Concatenar opciones militares con diplomáticas, Hacer movimientos militares claros de imposible mala interpretación por el adversario, Evitar maniobras militares que dieran la impresión de querer ir directamente a la guerra, Elegir opciones que señalasen el deseo de negociar sin llegar al enfrentamiento militar y Dejar siempre una salida honrosa al oponente.

Si mutatis mutandis, como dicen los textos legales, se cambia lo que se deba cambiar, se podría despejar la incógnita al identificar bien el problema y aplicar los requisitos comunes de la gestión de crisis. Si la emergencia se convirtió en crisis es porque, con el detonante de la pandemia, se planteó el conflicto de intereses al querer imponer postulados políticos al amparo del estado de alarma, en lugar de aplicar los planes de contingencia existentes y la normativa legal en vigor y dar así rigor técnico y seguridad jurídica. A pesar del acuerdo político inicial para la prórroga del estado de alarma, se superó el

contenido de la alarma y se convirtió en excepción y ahondó el conflicto de intereses al imponer más medidas extraordinarias sin orden y ni concierno.

Asumido que además de la emergencia hay una crisis, lo razonable sería aplicar las reglas básicas para solucionarla que, en versión civil, serían: Mantener contactos al más alto nivel, Crear pausas entre conversaciones y decisiones, Coordinar acciones administrativas, Hacer declaraciones claras sin posible doble interpretación, Evitar la imagen de buscar el enfrentamiento, Elegir opciones que señalen el deseo de acordar y Aceptar algo de los demás. Con ello se disolvería el innecesario problema social creado. Porque la verdadera crisis es la económica, esa si que nace con conflicto de intereses, en Europa y en el Mundo.

Porfiar es una palabra castellana que en el decir andaluz adquiere otro significado al académico de obstinarse reiteradamente en una discusión. Es empeñarse en discutir sin razón sobre lo que pudo ser y nunca fue. Esta segunda acepción circula por medios de comunicación y redes sociales en múltiples opiniones con tufo partidista. Hay que reconocer que imaginar tiene mucho de bueno cuando se trata del futuro porque permite anticiparse al devenir y orientar las acciones hacia eso que se llama una situación deseable. Sin embargo tiene muchísimo más de malo cuando se trata de reinterpretar el pasado porque es negar la evidencia de los hechos al sustituirlos por relatos para crear una fantasía y justificar los errores cometidos que llevaron a un fracaso con miles de muertos.

Así, de una realidad como es la pandemia se provocó una crisis cuya salida tiene mucho de porfía y que, al margen de lo que pudo ser y nunca fue, pretende dejar sin memoria a la sociedad con un relato histórico donde se obvian los nombres de quienes murieron. Doy gracias a Dios de que, de todas las vidas que se me confiaron en mi vida militar, perdiera solamente en accidente a un único compañero, Ladislao Tejedor, porque lo recuerdo por su nombre cada día

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