La tribuna

“Qui ventum seminat, turbinem metet”

“Qui ventum seminat, turbinem metet”
Juan Martínez Fernández
- Abogado

Nunca hubo un refrán más cierto, augurando las consecuencias ad futurem de las acciones propias, que el que traemos a colación respecto de la actuación, harto mejorable, del - afortunadamente – exministro, Cristóbal Montoro; sin duda, junto a un presidente nefasto, cual fuera Mariano Rajoy; y con la complicidad, de otra lamentable reliquia de la reciente historia de España, como fue Soraya Sáez de Santamaría, labraron la desgracia que acucia y destroza en la actualidad, a la nación más antigua de Europa. Ninguno de los tres estuvo a la altura de la confianza que unos ilusos españoles, depositaron en ellos; es más, los tres, traicionaron con sus actuaciones a quienes les votaron incumpliendo las promesas y las demandas – éstas estaban en el ambiente del pueblo – para las que fueron elegidos, doblegándose ante el PSOE y sin plantarles la cara necesaria para deshacer el daño que hizo Zapatero a los españoles. Acojonándose en un rincón aun sabiendo que el pueblo se encontraba ahíto, hastiado y ofendido por los abusos de una izquierda totalmente belicista y guerra civilista, como fue la horda populista de Zapatero, quien había iniciado el proceso de la división de España en dos bandos irreconciliables, como aconteciera en 1936; y que, con tanto esfuerzo, generosidad, trabajo y sacrificio, incluso de muchos cientos de vidas, habían conseguido los españoles reconciliar en apenas treinta años. Con su cobardía, desidia y, la mayoría de las veces inconsciencia de la situación real del pueblo llano, se olvidaron de las barbaridades perpetradas por el gobierno antiespañol de Zapatero, con leyes ilógicas y parciales en un solo sentido siempre revanchista, de carácter totalmente vengativo, consecuencia de un resentimiento almacenado, sectario y manifestado en un rencor que nos ha vuelto a llevar a tiempos que creíamos haber olvidado y desgraciadamente, no había sido así. Primero nos sangraron con impuestos – sólo en parte, lógicos y necesarios – haciendo una política fiscal totalmente de izquierdas inyectando en las inspecciones una vesania, impropia de quien debe ayudar a los que han perdido hasta la confianza en unos político, cutres e inmorales, a la par que corruptos; y después, dejando a los españoles a merced de la leyes ilógicas basadas en la mendacidad y preñadas de resentimiento; unas leyes perpetradas por una izquierda radical que seguía campando por sus respetos, mientras don Mariano y sus ineptos hacían la vista gorda. Y para mayor vergüenza, se marcharon silbando, en un acto soez y cobarde, cual, si no fuera con ellos, demostrando, además de un desprecio a los que – pobres imbéciles – le votamos, a la vez que un miedo a la izquierda que, más de uno pensamos que se inicia con las conversaciones privadas que tuvo Zapatero con Rajoy y sus ministros, especialmente acerca de sus convenios con la ETA que aún estamos soportando y lo tendremos que hacer de por vida. El miedo, es libre; y si lo tenían, debieron de irse y dejar a quienes fueran capaces de defender a los españoles y no dejarles en manos de otra satrapía cual la que sufrieron durante treinta y cinco años. No quiero olvidar que, cuando menos, es de extrañar que a los únicos que no se les haya perturbado desde que Sánchez, al mando de un rebaño de corruptos, llegara a la Moncloa, haya sido a estos tres desechos del gobierno de Rajoy; a quien ahora, en un error tan grave como habitual del PP; que, les va a costar miles de votos, llevan a los mítines, cual si se tratara de un santón indú y no de un gobernante nefasto para España cual fue ese gallego medroso y pusilánime. En cuanto a Montoro, la prueba de la memoria de su actuación es evidente, nadie se preocupa por él y si le defienden algunos, es por necesidad aparente, no por convencimiento; en cuanto a la otra Sra. el enchufe que le han proporcionado, ya es suficiente ofensa para pagar su desidia con los que sufrieron las consecuencias del Zapaterismo; y ahora, del Sanchismo. Ninguna lagrimita, se derramará por ninguno de los tres, más bien se descorchará alguna botella de champán, si los trincan. Pues, “Quien siembra vientos, recoge tempestades”.

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