Este templo situado en el corazón de Almería, concretamente en la calle San Pedro haciendo esquina con la calle Guzmán, es conocido como San Pedro el Viejo, Sagrado Corazón, de los Jesuitas, de las Esclavas, o simplemente de “las monjitas”. Cualquiera de estos nombres lo identifican perfectamente. Su historia se remonta al siglo XVI. En 1505 Fernando el Católico donó unas parcelas a la diócesis en las que había una mezquita y algunas casas que habían sido de moros. Allí se fundó la parroquia de San Pedro y San Pablo, pero no se levantó el templo que actualmente conocemos; lo que sí se creó, aprovechando aquellos locales, fue la cofradía del Santísimo, que ha llegado a nuestros días con el nombre de Hermandad del Sagrado Corazón. Sufragado por fray Juan de Portocarrero, Obispo de la Diócesis entre 1601 y 1630, se levantó el templo que actualmente conocemos, aunque con algunas reformas llevadas a cabo con el paso de los años.
La calle de San Pedro se llama así por el templo, que con el paso del tiempo se le descolgó el Pablo. En 1934 dedicaron la calle a José Rizal, revolucionario filipino que había sido fusilado en 1896. Entre un nombre y otro también se llamó calle del Sagrado Corazón de Jesús.
Cuando se suprimió el convento de San Francisco, en 1837 el Gobierno ordenó el traslado de la parroquia a donde se encuentra ahora, es decir a la Plaza de San Pedro. A partir de ese momento se le empezó a llamar San Pedro el Viejo para diferenciarlo de la actual iglesia de San Pedro.
En 1837, con la desamortización de Mendizábal, el templo quedó secularizado. En 1910 pasó a manos de la Compañía de Jesús, que lo mantuvo en servicio hasta 1932, año en que los Jesuitas fueron expulsados de España. Pronto estalló la Guerra Civil y es sabido lo que ocurrió en Almería; prácticamente todos los templos fueron profanados, saqueados e incendiados y esta iglesia no fue una excepción; soy consciente de que lo repito con frecuencia, pero si nos han metido a presión una Memoria Histórica, al menos que sea completa. Entre 1984 y 1992, ya en nuestros días, fue restaurada la iglesia bajo la dirección de los arquitectos Ramón Torres, Ángel Jaramillo y María José Lasaosa que cambiaron totalmente su fisonomía, volviéndolo a su forma original. En cuanto a los inquilinos, inquilinas en este caso, desde 1988 se convirtió en un convento de clausura de las Esclavas del Santísimo Sacramento.
Las monjas Esclavas del Santísimo Sacramento tienen como carisma la oración perpetua de la Eucaristía, haciendo los turnos correspondientes, para que el Santísimo no esté ni un solo momento solo. Quizás no sea muy conocida la historia de su fundadora: Pues bien, María Rosario Lucas Burgos nació en Almería el 27 de febrero de 1909 y desde muy niña, cuando iba a la iglesia, adoraba al Santísimo Sacramento con gran devoción y siempre, cuando llegaba el momento de abandonar el templo, sentía una gran pena por dejar solo al Santísimo en el sagrario. El jesuita Padre José Antonio Aldama y María Rosario conectaron con la misma inquietud y juntos fundaron la Orden. El 7 de octubre de 1948 se celebró la oración canónica de la nueva congregación y en muy poco tiempo se extendió por Granada, Córdoba, Gerona, Cuenca...y otras ciudades de Hispanoamérica, hasta crear un total de 14 conventos. La hermana María Rosario, a su muerte fue enterrada en el convento de Córdoba. En el convento de Almería, en la actualidad, solo viven 8 monjitas, lo digo con todo cariño y la iglesia es un remanso de paz, que invita al visitante a la meditación y la oración; las plegarias de las monjitas son tan puras como el blanco impoluto de sus hábitos. Realmente son 8 ángeles que rezan por la humanidad.
En 1837 se trasladó la parroquia de San Pedro a su sede actual en la plaza que lleva su nombre y el Gobierno se apropió del templo. En dos ocasiones (1838 y 1843) el Ayuntamiento lo pidió para derribar, con la excusa de abrir una plaza en su solar y utilizar los materiales del derribo en la construcción del muelle de poniente. Se opuso a ello el Gobernador Militar, destinando el edificio a cuartel de la Milicia Nacional; luego fue prisión militar y por último almacén de Intendencia. Después lo compró la sociedad Spencer y Roda que lo transformó, dividiéndolo en dos plantas y dedicándolo también a almacén.