Ángel López Moya

Ucrania y las tierras raras

La tribuna

11319448 2025-03-12
Ucrania y las tierras raras

12 de marzo 2025 - 03:08

La guerra de Ucrania no ha terminado. No han terminado los combates cuerpo a cuerpo, cada vez menos frecuentes en las guerras, pero tampoco ha terminado la devastación producida por la artillería de largo alcance, los misiles, bombardeos a gran escala y sobre todo el empleo de los mortíferos drones empleados últimamente en esta guerra fratricida. Con la entrada en escena de este loco americano, este cowboy de la pradera, que diría nuestro Chiquito de la Calzada, los derroteros que puede tomar la guerra y sus resultados finales son imprevisibles. Los analistas políticos escarban en las tierras negras de Ucrania buscando las raíces del conflicto y hay versiones para todos los gustos. Sin duda alguno acertará, o tal vez ninguno.

Yo visité Ucrania hace 40 años y desde luego no noté ninguna diferencia en sus ciudades, sus gentes, su gastronomía o su folclore que las diferenciase de las otras ciudades del resto de la U.R.S.S. El espectáculo que nos ha proporcionado Trump hace tan solo unos días, solo se puede calificar de deplorable, soez y chabacano. No entro en las razones que pueda tener Trump, pero desde luego cuando uno invita a alguien a su casa, aunque sea un enemigo, aunque le niegue el pan y la sal, lo que jamás puede negarle son las más elementales normas de educación y cortesía, que no es otra cosa que la diplomacia que se espera en un gobernante. Tampoco es de recibo un combate de dos contra uno: Trump y David Vance contra el pobre Zelenski a quien se le nota a simple vista que está cansado y desnutrido, como el resto de los ucranianos. Solo les faltó pegarle, porque empujarle, le empujó; lo vimos todos.

Trump quiere ser el nuevo Julio César del siglo XXI o tal vez quiera imitar a Napoleón. Estas escenificaciones, perfectamente estudiadas, no siempre dan buenos resultados. Julio César murió asesinado por los suyos y a Napoleón lo mató la soledad y la tristeza de Santa Elena. A Trump no le auguro un final mejor. Como buen negociante, que lo es, se le ha ocurrido controlar al mundo, apoderándose de todo lo que se le antoja, y que considera que tiene un valor importante. Alguien de su equipo le ha soplado que existen unos minerales (en total 17 elementos químicos: lantano, cerio, itrio, tulio etc.) a los que se ha dado en llamar tierras raras, de gran valor estratégico dada su escasez, que se utilizan para la fabricación de coches eléctricos, molinos eólicos, drones etc. y en aparatos de alta precisión utilizados en clínicas y hospitales como es el caso de las resonancias magnéticas.

En España también tenemos yacimientos de algunos de estos elementos localizados en Galicia, Salamanca, Campo de Montiel, Golfo de Cádiz, Canarias y en la rambla de la Granatilla en el levante almeriense dentro del término de Mojácar. Esta última ubicación no conviene difundirla mucho, para evitar que llegue a oídos de Trump, porque en vez de llevarse las tierras contaminadas de Palomares, podría arramblar, nunca mejor dicho, con las tierras raras de nuestra rambla, que en un tiempo fue muy abundante en granates; de ahí su nombre. Los chinos actualmente explotan la segunda mina más grande de estas tierras raras en Groenlandia, isla perteneciente a Dinamarca y mira por dónde a Trump también se le ha antojado esta inmensa isla. Seguro que con los chinos utiliza más la diplomacia. Nosotros lo que si tenemos es la mayor concentración de políticos raros, localizados al frente de los ministerios, que para la mayoría de los españoles son ministerios inútiles, y que lo están contaminando todo con su desvergüenza crónica, sin que los ecologistas digan una sola palabra.

El yacimiento de monacita, descubierto en Campo de Montiel, es de un mineral muy rico en elementos raros, concretamente en cerio, neodimio y lantano. Según los cálculos efectuados, su explotación podría cubrir el 33% de las necesidades de Europa. Sería sin duda un gran alivio económico y estratégico disminuir considerablemente la dependencia de China; pero como siempre hay un gran problema con los ecologistas, que se oponen a su explotación, por el impacto medio ambiental que supone. Carlos Herrera dice con frecuencia que hay más tontos en España que botellines. No puedo estar más de acuerdo con él.

El precio de algunos materiales no es lo más importante, sino el tener asegurado su suministro.

stats