In memoriam

Don Bernardo, el santo cura de Antas

  • El velatorio y el entierro fueron multitudinarios; todo el pueblo y mucha gente de fuera junto con más de una treintena de sacerdotes pudieron decirle su «hasta el cielo, Don Bernardo»

Don Bernardo cuando se le otorgó el título de monseñor, en 2016.

Don Bernardo cuando se le otorgó el título de monseñor, en 2016. / Diario de Almería

La pasada tarde del lunes las campanas de la parroquia de Antas tocaron a difunto. Al poco se publicó un bando municipal y las banderas ondearon a media asta. Había muerto D. Bernardo, el cura de Antas, el primer Hijo Predilecto del pueblo, el hombre que había entregado su vida entera, sin reserva alguna, a su gente, por la cual el Romano Pontífice, en reconocimiento, le otorgó en 2016 el título de Monseñor, nombrándole Capellán de Honor de Su Santidad.

Don Bernardo, como todo el mundo le conocía, fue ordenado sacerdote en 1959, ejerciendo su ministerio sagrado como coadjutor en Vélez Blanco y Serón, como cura ecónomo en Abrucena y Las Herrerías, pasando a ser párroco de Antas, su pueblo natal, en 1979. También atendió temporalmente las comunidades de Bédar y Los Gallardos. Vivió, por tanto, ya de sacerdote, la necesaria renovación de la Iglesia lograda gracias al Concilio Vaticano II.

D. Bernardo se caracterizaba por su carácter afable, cercano, sereno y acogedor. Era un hombre piadoso, siempre con el rosario en la mano. Cuentan algunos antusos que cuando eran niños y pasaban por delante de su casa, al verlo en la terraza paseando de un lado a otro rezando el breviario, comentaban: «Mira D. Bernardo, siempre leyendo el libro. Se lo tiene que saber de memoria». A este respecto, el actual párroco de Antas, D. Antonio Jesús González, ha sido testigo de que, aun en sus últimos días, ya sin fuerzas en la cama, no dejó de rezar el rosario y el breviario.

Era un enamorado de la Santísima Virgen, su Virgen de la Cabeza. Así lo demostró con su gran empeño por restaurar la Ermita del Cabezo María. Además, cada día antes de empezar la Misa, al entrar a la iglesia se escuchaba la voz inconfundible de D. Bernardo recitando las avemarías del rosario.

Otra faceta suya era la de un excelente compositor y organista, habiendo compuesto varias obras, entre las que destacan su «Misa de la Virgen» y su última composición, la parte musical del «Himno de los Mártires de Almería».

Su piedad y devoción celebrando la Santa Misa lo decían todo. Ese amor al Señor Sacramentado y a la Virgen y su entrega total a todos le convierten en un modelo sacerdotal, como lo reconoce todo el presbiterio de Almería, y aun para los jóvenes que se preparan para recibir el don inmerecido de la ordenación sacerdotal, siendo un «verdadero maestro», como lo define el seminarista de Antas, Jesús Manuel Rodes.

El velatorio y el entierro fueron multitudinarios. Todo el pueblo y mucha gente de fuera junto con más de una treintena de sacerdotes pudieron decirle su «hasta el cielo, D. Bernardo» en una misa presidida por el Sr. Vicario General, que culminó con un espontáneo aplauso al eterno cura de Antas, cuando salía de la iglesia a hombros de varios sacerdotes.

Ahora ya está contemplando el Rostro del Señor en la Gloria, junto a su querido sacristán, el joven Gabriel, y a todos los que ya partieron y fueron acogidos por la infinita Misericordia de Dios.¡Nos vemos en el cielo, D. Bernardo, pida por nosotros!

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios