Albox homenajea a 9 vecinos víctimas de los campos de concentración nazis

Almanzora

El acto tuvo lugar el pasado 5 de mayo cuando se cumplían 80 años de la liberación del campo de concentración de Mauthausen

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Momento de la lectura del manifiesto
Momento de la lectura del manifiesto / D.A.

El pasado lunes 5 de mayo se cumplían 80 años de la liberación del campo de concentración de Mauthausen gracias a la acción de las fuerzas americanas. De las millones de personas que fueron deportadas a campos de concentración nazis, 300 fueron almerienses, nueve de ellas de Albox. El Ayuntamiento de la localidad ha celebrado un emotivo acto en la sede municipal en el que Miguel Ángel Alonso Mellado, historiador y miembro de la asociación cultural Somos Albojenses, ha leído un manifiesto en el que se recordaron los nombres de sus vecinos deportados, se honró su memoria y se denunció la injusticia de su experiencia. Durante el acto se habló largo y tendido sobre ellos poque “no solo eran nombres, tenían familias, vidas por delante que fueron truncadas a muchos kilómetros de distancia de sus casas por la bota nazi”, explicaba el historiador en un comunicado.

Oficialmente habían sido siete los albojenses que habían sido deportados desde Francia tras la ocupación alemana en 1940 para terminar en los campos de exterminio, seis de ellos fueron destinados a Mauthausen y el séptimo al campo de concentración de Dachau; no obstante, durante el acto del pasado lunes se elevó a nueve el número total de vecinos que sufrieron esta barbarie, incluyendo los nombres de Francisco Lozano Segovia, uno de los pocos que logró sobrevivir a Mauthausen y de Juan López Carricondo, que falleció en el el campo de Neungamme en Alemania.

Tal y como explica Alonso Mellado, los deportados fueron “obligados a subir a los vagones en los que permanecen varios días, con sus respectivas noches durante el tiempo que dure el viaje. Hacinados, tanto que si se sentaban era difícil volverse a poner de pie, durante el trayecto no recibían ni agua ni alimentos”.

“Mauthausen era un campo de concentración de categoría III”, continúa el historiador, “por lo que su destino era eliminarlos con sufridos trabajos, hambre y golpes en el subcampo de Gusen, con la conocida escalera de los 186 escalones donde se dejaron la vida nuestros vecinos”.

Al ver que perdían la guerra, los nazis hicieron lo posible por borrar las huellas de su vergüenza, destrozando archivos, exhumando fosas comunes e incinerando los cadáveres para intentar eliminar su existencia, pero, tal y como explicaba Alonso Mellado en su manifiesto, “no lograron borrar sus identidades porque hoy los recordamos, hoy los nombramos y cada uno de sus nombres resuena como un acto de justicia y reparación”. A través de este acto, el pueblo de Albox manifiesta su rechazo a la barbarie nazi y su deseo de que nadie más vuelva a pasar por lo que pasaron sus vecinos.

De los cerca de 300 almerienses que fueron deportados a campos de concentración nazi, 142 no regresaron, fueron asesinados fundamentalmente en Mauthausen y en el campo de Gusen. En su honor hay erigido un monumento en el parque de las Almadrabillas de la capital que sirve como punto de reunión y, sobre todo, de recuerdo. La escalera de los 186 escalones en la que muchos de los prisioneros del campo de Mauthausen murieron transportando pesadas piedras es el centro del monumento y a su alrededor se levantan 142 columnas, una por cada víctima almeriense.

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