El alcalde inocente de Vélez-Rubio vuelve tras dos años de ausencia por la pandemia

Día de los Inocentes

Sátira y diversión por el Día de los Inocentes, con el 'asalto' al bastón de mando por parte de Francisco Javier Pérez, que multa y detiene a todo el pueblo

El alcalde inocente se dirige al Ayuntamiento de Vélez-Rubio
El alcalde inocente se dirige al Ayuntamiento de Vélez-Rubio / Lázaro Martínez
Lázaro Martínez

Vélez-Rubio, 28 de diciembre 2022 - 20:15

Los inocentes han vuelto a Vélez Rubio. Se cumple así con una de las tradiciones más arraigadas en las navidades del municipio, poniendo fin a un par de años de ausencia por la pandemia, llenándose las calles de la alegría que irradia la Hermandad de Inocentes Sardineros.

Vecinos y visitantes han acompañado en una calurosa mañana más propia de mayo que de diciembre en los Vélez, a Francisco Javier Pérez, el alcalde inocente, a asaltar el consistorio velezano y despojar del poder al legítimo al alcalde Miguel Martínez-Carlón.

El alcalde legítimo cede el bastón de mando.
El alcalde legítimo cede el bastón de mando. / Lázaro Martínez

Esta festividad, que se remonta a los tiempos de la Reconquista, es una sátira burlesca en la que se ridiculiza los poderes establecidos tanto civil como religioso. En esta celebración los repobladores cambiaban a los poderes fácticos del lugar, el alcalde y su esposa, al cura así como a las fuerzas del orden que eran sustituidas por guindillas, figuras bufonescas que hacían cumplir las disparatadas ordenanzas del alcalde inocente.

Desde bien temprano, las nuevas autoridades han recorrido las principales calles de la villa acompañados con los sones de la Agrupación Musical Maestro Rojas. El desfile presidido por “el Madriles”, alcalde inocente, vestido elegantemente, con traje, chistera y capa además del bastón de mando, símbolo de máxima autoridad. Al edil inocente le ha acompañado en el recorrido su esposa, Magdalena Puche, de negro riguroso y el cura Rafael Soriano, que en este día ha cambiado los libros sagrados por revistas de dudosa moralidad. Junto a ellos, una cuadrilla de guindillas vestidos con coloridos trajes y espadas de madera en vainas de esparto para hacer cumplir la ley.

Grupo de 'guindillas', que hacen cumplir la 'ley'.
Grupo de 'guindillas', que hacen cumplir la 'ley'. / Lázaro Martínez

Uno de ellos hace de mochilero con un cuerno hueco que sirve de hucha para echar el dinero de las denuncias. Al ritmo de la música han ido pasando por todos los establecimientos multando por estar abiertos, a los viandantes por ir andando o a los conductores por circular en este día, nadie se resiste en el día de inocentes a pagar la multa impuesta. En algunas tiendas los esperaban con una buena bandeja de mantecados de la zona y licores. Agradecidos los inocentes se despiden con un villancico y “¡viva el niño Dios!”.

Martínez-Carlón se queda sin bastón

Entre parada y parada, villancicos, algún trago de anís y el cobro de impuestos, la comitiva ha llegado a una repleta plaza de la Encarnación en la que los vecinos esperaban ansiosos la lectura del pregón de este año. Pero antes hay que cumplir con la tradición, y arrebatarle el bastón de mando al alcalde Miguel Martínez-Carlón desde el balcón del consistorio velezano.

El alcalde legítimo se marcha 'detenido'.
El alcalde legítimo se marcha 'detenido'. / Lázaro Martínez

Tras negarse a recibir la vara del mando de manos del alcalde, Francisco Javier Pérez, ha comenzado desglosado su pregón en el que ha repartido a diestro y siniestro. Ha hecho un recorrido, unas veces crítico otras cómico, de los principales acontecimientos de la vida social y política del pueblo. Se ha quejado de las obras que se están realizando, el alto precio de la luz o las fiestas de verano. Sin olvidar a los políticos que conforman el ayuntamiento, el robo de las joyas de la Virgen de la Esperanza por lo que será necesario ampliar la policía local con guindillas, o la gran cantidad de actos solidarios que se realizan por lo que reivindica el día de la gente normal.

Una vez finalizado el pregón, el alcalde ha ordenado detener a todos los que se encontraban en la plaza de la Encarnación empezando por Miguel Martínez-Carlón y siguiendo por los demás concejales hasta dejar vacía la plaza. Los detenidos han tenido que pagar una multa a los guindillas para poder entrar en prisión. Allí los reos convivirán con el resto de "presos” disfrutando de un buen vino y unos aperitivos. El dinero recaudado es destinado a fines sociales.

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