Manuel Espinosa recorre la "milagrosa" historia de Santa María del Águila en su nuevo libro
Cultura
El autor presentaba este jueves "De la Aldeílla a Santa María del Águila", un relato de cómo la uva y las minas provocaron el crecimiento meteórico de esta población ejidense
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Aldeilleros son los casi 11.000 habitantes de Santa María del Águila porque hace 200 años, antes de convertirse en el boyante núcleo urbano que es hoy, este rincón perteneciente a El Ejido era conocido como la Aldeílla, apenas una extensión de cortijos, ventas y alguna que otra casa. Las minas y la uva han sido la clave de un meteórico crecimiento económico que se ha denominado "milagro almeriense" pero que, según cuenta Manuel Espinosa, "ese milagro no existe, lo que existe es el esfuerzo de muchísimas personas que desde finales del XIX hasta el día de hoy han estado trabajando por el bien de su tierra".
Manuel Espinosa Labella es el autor de "De la Aldeílla a Santa María del Águila. Historia de otro milagro almeriense", un libro que recorre la historia de este rincón del Poniente a través de una de las familias más influyentes de la zona: la suya. "Mi familia invirtió todo su patrimonio en comprar una finca que rodeaba la Aldeílla y que era propiedad de Gregrorio y Francisco Lupión, padre e hijo, que eran dueños también de una mansión en Berja llamada la Fuente del Perrillo que aún se conserva. Una vez adquirida, en los años 50 del siglo pasado, iniciaron un proceso de transformación, primero para recibir el esparto de una fábrica que tenían en Almería y que constituía la principal materia prima de la época; cuando se comenzaron a comercializar las fibras sintéticas cambiaron de actividad y utilizaron los terrenos para plantar la conocida como uva de barco", cuenta Espinosa.
La uva de barco, fundamental para el desarrollo económico de Almería durante los siglos XIX y XX, fue el resultado del cruce de la uva de colgar de Rágol y la blanca de Jaén. Su cultivo se inició en Ohanes y se extendió rápidamente por los pueblos del Medio y Bajo Andarax gracias a la enorme aceptación que tenía en los mercados internacionales. De mano de la familia Espinosa, el cultivo de la uva de barco (que recibe ese nombre porque mantenía su calidad durante los largos viajes en barco a diferentes países como Inglaterra, Alemania, San Petersburgo o Estados Unidos) se extendió por los campos de Berja y Dalías que se convirtieron en los grandes productores de este tipo de uva de España.
La producción de uva, acompañado del trabajo de minería, favoreció el desarrollo agrícola e industrial de la zona y la Aldeílla pasó a convertirse en lo que hoy conocemos como Santa María del Águila. El libro, Manuel Espinosa relata esta historia a través de los ojos de su familia, con anécdotas e historias poco conocidas de personajes relevantes de la época, "parece que este pueblo no tiene historia, pero curiosamente la Venta Cazurro, que por entonces era el núcleo de la Aldeílla, fue un punto de encuentro de personajes muy curiosos como el Conde de Romanones, que tenía intereses en una fundición de la zona o el general Narváez, jefe del Gobierno en aquellos años y con quien Cazurro hizo amistad", relata Espinosa.

"Quería escribir este libro desde hace mucho tiempo, he recopilado toda la información de los archivos de mi familia, los he contrastado con fuentes históricas y trabajos que se han hecho sobre el esparto, sobre la uva y sobre la minería que también intentó explotarse en esa época. Este libro es, a fin de cuentas, un relato de la evolución de este territorio a lo largo de 200 años", cuenta el autor. El libro, editado por Círculo Rojo, fue presentado este jueves en la Biblioteca Municipal de Santa María del Águila.
Magistrado pero con un estrecho vínculo con los negocios de su familia en El Ejido
Manuel Espinosa nació en Almería en 1957, se licenció como abogado en Granada en 1979 y cinco años más tarde ingresó en la carrera judicial como juez en Roquetas de Mar y posteriormente en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción en Guadix. En 1991 fue magistrado de la Audiencia Provincial donde ejerció durante más de 30 años.
Durante su niñez estuvo en estrecho contacto con su tía Dolores, su padre Manuel y su primo Rafael, que le mantuvieron conectado con los negocios familiares relacionados con el cultivo de uva. Su afición por la historia le hizo rebuscar en los archivos familiares para construir este relato de la historia de su familia, muy vinculada con el crecimiento de la región.
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