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Ocho hornos de calcinación en Lucainena para las minas más importantes

  • Construidos a comienzos del siglo XX, se rehabilitó uno de ellos y es visitado por 10.000 personas al año

Ocho hornos de calcinación en Lucainena para las minas más importantes

Ocho hornos de calcinación en Lucainena para las minas más importantes / Javier Alonso (Lucainena de las Torres)

Afirman que cuando el visitante llega a Lucainena, pregunta si estas ocho estructuras son “las torres”. Nada más lejos de la realidad: se trata de los hornos de calcinación que convirtieron a Lucainena en la capital minera de la provincia de Almería en la primera mitad del siglo XX, con una población superior a los 4.000 habitantes que trabajaban en las minas, las más importantes de entonces, y que hicieron del pueblo el primero de la comarca en disponer de luz eléctrica. Su existencia sirvió también para la construcción de la vía de ferrocarril que llegaba hasta Agua Amarga, en Níjar, y que hoy queda sepultada bajo el Camino Natural Vía Verde de Lucainena de las Torres a Agua Amarga.

Desde comienzos del siglo XX,estos hornos de calcinación mejoraron la calidad del mineral extraído en las minas lucainenses, para ser transportadas a la estación de ferrocarril, de allí a Agua Amarga y una vez allí, en barcos hacia el norte de España o Europa. En estos hornos se calcinaba a 800 grados para conseguir que el material no necesario se desprendiera y el que quedara fuera de la máxima calidad. Cada uno de estos hornos podía calcinar hasta 500 toneladas al día.

La crisis económica del 29 paró la producción, que se retomó luego hasta el inicio de la guerra en el 36. En el 40, una vez acabada, no hubo manera ya de sacarlas adelante y fueron desmanteladas en el 43. En 2010, el Ayuntamiento, a través de un plan turístico, se hizo una obra de consolidación y restauración del primero de estos hornos, en una reproducción fiel.

Se estima que durante el año son cerca de 10.000 las personas que se acercan hasta Lucainena de las Torres a ver estos hornos de calcinación. “Tanto la restauración como el Camino Natural Vía Verde lo hicimos para poner en valor el patrimonio del pueblo, ya que tuvimos las minas más importantes que hubo en Almería”, comenta el alcalde de la localidad, Juan Herrera.

Junto a los hornos pasa la senda minera, que desemboca en un túnel, tras el cual asoman los restos de las antiguas viviendas de los mineros, desde las más modestas a aquellas de mayor nivel, con arcos de mampostería incluidos. Detrás, la central eléctrica y, más a lo lejos, las minas completan lo que fue la capital minera de Almería.

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