Sin luz en plena ola de calor

Endesa corta la luz en todo un barrio de Huércal de Almería en plena ola de calor

  • Una avería en la red eléctrica provoca dos cortes de electricidad, uno de cuatro horas y otro de más de tres horas, que deja a cientos de vecinos a punto de sufrir "un golpe de calor"

Endesa corta la luz durante horas en todo un barrio de Huércal de Almería en plena ola de calor

Endesa corta la luz durante horas en todo un barrio de Huércal de Almería en plena ola de calor

Son las 19:40 pm de un domingo que, según el termómetro atmosférico que tengo en casa, marca 36 grados centígrados y dice soleado, aunque yo lo definiría de algún otro modo menos “idílico”. Y es que el aumento diario de las temperaturas que resulta sofocante parece no tener fin estos días.

El incremento de la factura eléctrica, el incremento del precio de los víveres, el incremento de la gasolina, el incremento de… Uf, que etcétera tan largo, tedioso y constante.  Todo sube, menos algunas cosas que ya saben los asalariados, pero pese a ello, las facturas se cobran. La de Endesa la primera. Cada mes cambia su día de cobro, al menos a mí. Eso sí, mi fecha de corte de facturación siempre es el 17 de cada mes. Fecha señalada para mí, la del día en que nació mi segunda hija. Precisamente a ellas, una de 5 y otra de 3 años, les dedico este reportaje porque han sido las que, pese a ver que su "mami" se deje las pestañas trabajando para pagar facturas han sufrido, vomitando, el precio de no tener electricidad, aunque me gusta más como decía mi padre “corriente".

Nos situamos. Domingo, 17 de julio, Huércal de Almería, 03:30 am. ¡Qué calor! Mi casa no es precisamente grande, así que por las noches suelo poner el aire acondicionado del salón que da al pasillo y a mi dormitorio donde también hay un ventilador, y el mismo espacio en el que, “mala madre” para muchas, sigo acurrucando a mis “polluelas bajo el ala” en mi mismo colchón. Es un placer tan infinito, que muchas de las personas que estén leyendo estas líneas, lejos de juzgarme, me entenderán.

Punto de servicio de Endesa en Huércal de Almería. Punto de servicio de Endesa en Huércal de Almería.

Punto de servicio de Endesa en Huércal de Almería.

Dormía plácidamente cuando un sofocante calor me despertó. Eran las 03:40 am. Pensé que sin querer había apagado el ventilador, pero cuando intenté encenderlo… Nada de nada. Me levanté de la cama. ¡Uy, ya se ha roto el ventilador!, pensé. Ojalá hubiera sido así, pero nada más lejos de la realidad. Avanzo unos metros hacia la cocina. Mi frigorífico no marca temperatura. ¿Qué pasa? Lo abro, y el frío brillaba por su ausencia. Bebí agua mientras, medio dormida, ya me di cuenta de que se había ido la luz. Miré el cuadro eléctrico y nada había saltado.

Comencé a abrir ventanas y “caí” en duermevela en el sofá del salón. Escuché voces. Mi vecino de arriba tiene un timbre de voz notorio, y su pobre madre, una mujer octogenaria, lleva años sin poder salir a la calle, usando respirador y me imagino cómo debió ser su gran noche. Mi vecino hablaba por la venta con la vecina del edificio de enfrente. Cosas de mi barrio. El corte de luz nocturno era la noticia y es que eran las 07.00 am y aún no había regresado. Cada uno contaba al otro su periplo nocturno mientras las altas temperaturas no daban tregua. Nueva llamada al servicio técnico. “Dicen que se restauraré el servicio en breve. Que estaban arreglando una avería”, expone mi vecina. Mientras me preparaba un café tras haber pasado por la ducha para aliviar el sofocón al que me estaba enfrentando, oh, milagro. Se hizo la luz.

La “tortura” parecía haber terminado, pero acababa de comenzar. Al menos, entre sueño y sueño, se podía esquivar el calor.

Los domingos solemos almorzar tarde. Hacía no demasiado que entre almuerzo, postre y sobremesa empezaba a recoger. El aire de repente vuelve a apagarse.

¡Otra vez se ha ido la luz!

Al poco rato escucho a mi hija mayor decirme: “mamá, he vomitado”. El calor. Las metí en la bañera y me dispuse a luchar contra el contestador de Endesa. Entre pulse asterisco, marque el código postal, espere un momento por favor, etc, etc, etc… La desesperación te va consumiendo. Al fin, alguien al otro lado de la línea. Al igual que me preguntan todos mis datos suelo pedir nombre y apellido de con quien hablo. Más que nada porque nunca se sabe cómo acabarán esas llamadas. Juliet G. me atendía, eso sí, desde otro continente.

Para poder escucharme necesitaba mi número de DNI o contrato, la misma información que ya había facilitado, comprobar si me encuentro al día en los pagos de las facturas y lo mejor vino cuando me dijo: “para poder atenderla necesito que, por favor, me indique el número de teléfono al que está llamando”. Me quedé descuadrada. “¿De verdad es relevante esta información para que escuches ya qué está ocurriendo?, le pregunté, a medias sorprendida a medias desesperada.

“Sí, muchas personas llaman a Averías cuando en realidad necesitan hablar con otro departamento”. Vaya, solemne tontería, pensé, y respondí “900 850 840”. “Bien, señora Carmen, dígame, en qué puedo ayudarla”. Llegó el momento de contar, tanto tiempo después, que no había en el barrio, de nuevo. “Se trata de una avería que ya están solucionando y en breve se restaurará el servicio”, me indicaba. “¿Cuánto es en breve?”. “Sí, verá, me indican que a las 19:07 se habrá reestablecido el servicio”. “Para eso falta más de una hora”.

Ni me lo pensé. Llevé a mis hijas a casa de mi madre, que tiene piscina, y ahí iban a estar mejor. Yo regresé a la mía, pero al ver que el ascensor seguía sin funcionar… Continuábamos sin luz. Nada más entrar, llamé de nuevo. Nunca me había ocurrido, pero me contestó la misma persona. Cuando iba a pedirme de nuevo lo mismo anterior, me dirigí a ella por su nombre y le dije que ya me había atendido antes. “Seguimos sin luz, al final se me estropea la comida, se me romperán electrodomésticos con tanta ida y venida de luz…”. “Sí, la comprendo. A las 19:07 se reestablecerá el servicio”. “Son las 19:40 pm”. “Ah, sí. Lo han modificado. Será a las 21:15 pm". Ya, enfadada. Le pregunté qué avería era que afectaba incluso a farolas. “Una avería natural de la red eléctrica. Solo puedo decirle que es la 509 PCR 5190”. “¿PCR?... Y ¿el número de incidencia, me lo indica?”. “3755849”… Así, sin más dilación, tras la cordial despedida, colgué.

Fue una auténtica odisea: el calor sufrido, tantas horas sin la “temida” luz, la desesperación al hablar con alguien que parece un robot y cuyas respuestas están automatizadas… Y yo no necesito un respirador, no llevo muletas y puedo bajar las escaleras, no sufro del corazón, y otros temas varios que se suceden entre mis vecinos. Cada persona es un mudo, sí, pero si en algo coincidimos todos es en el malestar de tener que estar más de siete horas, entre un corte del servicio y otro, en plena ola de calor, esperando a que resuelvan una avería en la red eléctrica. Por suerte, todo ha quedado en el comentario que todos hacían esta mañana, pero podría haber acabado en tragedia.

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