Los feligreses de la Iglesia de San Isidro en Huércal Overa reiteran al Obispado la 'okupación' del templo
Denuncia pública
Asimismo, en su escrito, denuncian que se les 'acusa' de forma indirecta e injusta de xenófobos.
La comunidad católica ucraniana cuenta con la autorización del Obispo para celebrar su liturgia en la iglesia huercalense de San Isidro
“Difícil es, por no decir imposible, competir en sutileza y diplomacia con el Clero”, así de contundente comienza la respuesta de los feligreses de la Iglesia parroquial de San Isidro en Huércal-Overa, que mediante escritos y testimonios gráficos han denunciado públicamente que de anfitriones han pasado a ser invitados molestos en la Iglesia de su barrio desde que es ‘okupada’ por una comunidad de cristianos de rito oriental de nacionalidad ucraniana para la celebración de su liturgia en el templo. Con la autorización, tal y como respondían desde el propio Obispado de Almería, del Obispo.
En artículo publicado por este periódico, “Cristianos ucranianos okupan la Iglesia Parroquial de San Isidro de Huércal-Overa”, y, ante las reacciones que la “K” ha provocado en los lectores, tal y como nos aseguran las autoras de la réplica al Comunicado del Obispado, del que también nos hemos hecho eco, quiere incidir en que la ocupación se define “como tomar una vivienda o un local deshabitado e instalarse en ellos sin el consentimiento de su propietario”; prosiguen diciendo que “ninguna de esas dos premisas son aplicables al caso. En primer lugar, porque cuentan con autorización para estar ahí y en ningún momento hemos afirmado lo contrario, y, en segundo lugar, porque el edificio no estaba vacío”.
Justifican así el término. “La okupación que se denuncia hace referencia, no al espacio físico, sino al incumplimiento (en detrimento de la otra parte) de la condición impuesta por el obispado a la comunidad católica ucraniana, la obligación de compartir, que no es más que el reparto equitativo de derechos y de obligaciones”.
Ante los argumentos presentados por el Obispado a través de su comunicado, que ya publicamos hace unos días en este Diario, desde la comunidad de feligreses les responden asegurando que “den ustedes por asumido y ratificado su contenido por consenso, a excepción de la afirmación de que “no supone merma del uso de la comunidad católica de rito latino”, por no ajustarse a la realidad que vivimos, como ustedes saben, y, por supuesto, menos aun con el “llamamiento que se hace a la concordia, a la generosidad y a la acogida de todos, sin mirar el origen o comunidad a la que pertenecen”, por dejar entrever un asomo de xenofobia subyacente como motivación del conflicto, y por la referencia ‘populista’ a la guerra que están padeciendo en Ucrania”.
Del mismo modo, inciden, a modo de denuncia, que de forma indirecta se les está acusando de xenófobos. “Es la tercera vez que, con mayor o menor sutileza, unos sacerdotes sacan a colación la nacionalidad u origen de la comunidad cristiana de rito bizantino en relación a la Iglesia Parroquial de San Isidro, “dejando caer” un delito tipificado en el artículo 510 del Código Penal: la xenofobia. A tal acusación, respondemos lo siguiente: los hechos que denunciamos nada tienen que ver con la nacionalidad de quiénes los protagonizan. El presunto desprecio a las personas por su origen, no proviene de nosotros. Está, en todo caso, en la mente de quién manifiesta apreciarlo. Nuestro sentir y solicitudes serían idénticas ante cualquiera que nos tratara con tanta falta de respeto."
En esta misma línea hacen énfasis en que “aquí no hay rechazo hacia nadie, ni por su origen, su nacionalidad, su ideología, su color…Se siente rechazo por la actitud de quiénes fueron acogidos y, lejos de compartir, nos están imponiendo sus peculiaridades sin respetar las nuestras. Es, ante todo, responsabilidad de quiénes lo están permitiendo y contribuyendo a ello, pero, en personas adultas y cristianas, no cabe hacer a tus hermanos lo que tú no quieres para ti y condenas si te lo hacen los demás”. Forma parte de sus vidas y de sus mejores recuerdos como comunidad.
Recuerdan y enumeran los antecedentes de cuándo la Iglesia ‘toca fondo’. Tras llevarse la Virgen del Río a su Santuario, las visitas desaparecen. Se deja de impartir catequesis. Las razones esgrimidas, ausencia de niños y catequistas, “no se ajustan a la verdad. Y, además, aunque lo fuera, hay que atender a todos los niños cuyos padres o abuelos no pueden llevarlos andando a la Iglesia Parroquial, distanciada casi dos kilómetros”, añaden.
"La pandemia, el estado de alarma y el consiguiente confinamiento, “anula cualquier celebración y actividad. La prevalencia de personas mayores en el barrio. La vuelta a la normalidad se anuncia con poco o nulo interés: una nota pegada en la puerta de la Iglesia ‘Misa en San Isidro el tercer domingo de cada mes a las 18:00 H’. El sacerdote se marcha, transcurridos diez minutos de la hora fijada, al no acudir más que un par de feligreses, sin haber abierto siquiera la puerta de la Iglesia y, por supuesto, sin toque de campanas que sirva de aviso”, describen. Entretanto, “los cristianos ucranianos ultiman la ‘toma de posesión” de la Iglesia San Isidro, ante la indiferencia mostrada por el párroco, D. Víctor, a nuestras solicitudes y propuestas y ante la discriminación de que somos objeto, que él mismo favorece y sustenta”, apostillan.
“El interior del Templo y su ornamentación ya no nos representa. Los cristianos ucranianos no han incluido en ese espacio común sus símbolos y pertenencias, sino que han sustituido las nuestras por las suyas. No reconocemos nuestra Iglesia; en nada se parece a la que hemos interiorizado como nuestra, como consecuencia de la enseñanza y costumbres que ustedes, nuestros sacerdotes, nos han trasladado. Nuestra presencia en la Iglesia se circunscribe al tiempo que dura la celebración de la Eucaristía, el tercer domingo de cada mes”, aseguran. La esperada respuesta del obispado en referencia a la problemática planteada, fue que uno de los motivos para que el obispado decidiese compartir este templo con otros cristianos católicos de rito oriental y con los católicos ortodoxos, es que en la iglesia de San Isidro únicamente se impartía misa una vez al mes, año 2022”. Ante la respuesta de falta de interés hacia el uso de la Iglesia por parte de los denunciantes, estos, los feligreses se preguntan “si el presunto desinterés, que nos atribuyen, por las cuestiones religiosas fuese real, cabría preguntarse si, en tal caso, ¿estaríamos trabajando con tanto ahínco por volver a recuperar el estatus que hemos poseído desde hace tantísimos años?. No, rotundamente, no”.
Asimismo, manifiesta que el “’conflicto’ es muy anterior al inicio de la invasión rusa en Ucrania en febrero de 2022, los feligreses ucranianos que acuden a la Iglesia Parroquial de San Isidro conviven con nosotros como cualquier ciudadano de clase media/alta desde hace años y, por último, hay otros colectivos en nuestro entorno que requieren igual o mayor atención por parte de todos, también de la iglesia católica, a tenor de la situación por la que atraviesan. Pretender ubicar en el mismo plano de igualdad temporal una y otra cosa, obedece al deseo de atribuirnos maldad y crueldad.” Concluyen dirigiéndose a quienes tienen en su mano resolver el conflicto y, en cambio,” con su silencio, favorecen los ataques indiscriminados a la integridad moral, la honradez, la ausencia de odio y maldad en quienes suscribimos esta réplica, sin hacer nada al respecto, Dios les ha de pedir cuentas”.
Iglesia erigida en 1964
La Iglesia Parroquial San Isidro, ubicada en barrio de mismo nombre de la localidad de Huércal-Overa, fue erigida en 1964. “Ha sido, pues, foco de interés y centro de actividades de los vecinos del barrio, y del pueblo en general, durante décadas. Iglesia de puertas abiertas a los que vienen de fuera (Romería del Cisne de hermanos sudamericanos), ha sido lugar de encuentro de muchos colectivos y centro de muchas actividades. En torno a ella han girado los momentos más significativos y recordados por los vecinos del barrio: representaciones teatrales, belén viviente, coros, Romería de San Isidro y Virgen del Río, comidas de hermandad, catequesis, celebración de bodas, bautizos y comuniones, lugar de encuentro de jóvenes preparando su confirmación…”, continúan manifestando públicamente. Durante años, “se ha mimado la integración y armonía de la Iglesia y su entorno en la celebración de festividades”, añaden.
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