Ni vencedores ni vencidos: Moros y Cristianos sellan en Mojácar la concordia en un concurrido desfile

Tradiciones

Cerca de mil personas conforman una marcha que celebra la identidad y cultura locales y las ensalza como símbolo de diálogo y concordia

La carrera de cintas y la exhibición de caballos de los Moros y Cristianos de Mojácar, en imágenes

El gran desfile de Moros y Cristianos llena Mojácar de historia y colorido / Marian León

Desde primera hora de la mañana todo en el bello pueblo de Mojácar resonaba a Moros y Cristianos. Así viene siendo desde hace tres días, pero en esta jornada dominical con más ahínco si cabe. No era para menos y la ocasión bien lo merecía. Aguardaba el gran desfile y desde bien temprano se palpaba en el ambiente. Así se ha dejado notar en la solemne concentración de los fusileros Moros y Cristianos que ha acogido la Playa de las Ventanicas, donde el estruendo de la tradicional trabucada se ha abierto paso entre el anuncio de un día colmado de ambiente festivo.

Y a primera hora de la tarde, los preparativos. El simbolismo que alberga le confiere a la cita una responsabilidad por parte todos sus agentes que abruma. Así, el pabellón municipal se ha llenado con todos los participantes del desfile prestos y dispuestos para ataviarse con sus mejores galas. La complejidad de los trajes y los maquillajes dan buena cuenta de lo que supone esta celebración en Mojácar. Una celebración centenaria que conmemora la entrada triunfal y toma del rey Fernando el Católico de los pueblos del Levante almeriense un 10 de junio de 1488 y que, se dice, tiene precedentes en los siglos XVII y XVIII. No en vano, estos festejos llevan celebrándose de forma ininterrumplida desde hace 37 años.

Pasadas las 18:30 daba comienzo el gran desfile. La villa de Mojácar se tornaba entonces en el epicentro de una imagen que raya lo artístico y lo simbólico. La magnitud de la cita, de la que son partícipes más 850 personas, así lo atestigua. La comitiva desplegó un periplo emblemático por las calles de la localidad mojaquera desde la Plaza del Arbollón hasta la rotonda de La Fuente.

Por el bando Cristiano participaban Cisneros, Templarios y Bandoleros (capitanía), mientras que por el Moro, hacían lo propio Ali-Olé (capitanía), Aljama Mudéjar, Moros Viejos y Tuareg Moxácar (capitanía). Tras ellos, carrozas con mimo decoradas, escudos, lanzas y banderas, al son de numerosas bandas de música, especialmente la Banda Municipal de Música de Mojácar, debutante en 2013 y ya símbolo local en celebraciones como esta, conformaban un relato vivo de historia y espectáculo. El impacto visual es abrumador: trajes motorizados por lentejuelas, bordados dorados y turbantes restauran con fidelidad la estética medieval de la Reconquista. Los fusiles y trabucos añaden un contrapunto sonoro que mezcla escenografía con fervor auténtico. Las músicas elevan el desfile a puntos insospechados; con marchas enérgicas y con tintes heroícos, fanfarrias y sonidos potentes, en el casos de las marchas cristianas, y con tonos melódicos y orientalizados, en el caso de las moras.

El gran desfile llenó de colorido las calles de Mojácar.
El gran desfile llenó de colorido las calles de Mojácar. / MARIAN LEÓN

"Ni vencedores ni vencidos"

Las carrozas, cargadas de fantasía y tradición, evocan pasajes de la rendición pacífica de 1488, cuando el Alcaide moro Alabez negó arrodillarse ante los Reyes Católicos, afirmando: "Ni vencedores ni vencidos”, recordando que esta fiesta no conmemora una victoria, sino un acuerdo, un pacto de concordia. Y es que este no es un desfile solemne, sino un torrente de júbilo compartido. Las bandas interpretan marchas moras y cristianas, retumban los tambores y estallan los aplausos del público, tan entregado como los propios comparsistas. El contraste del aire festivo con las blancas fachadas escalonadas de Mojácar genera una estampa imborrable.

Paralelamente al desfile, durante todo el fin de semana, la Plaza Nueva y la calle Glorieta acogieron un vibrante mercado medieval. Artesanos llegados de toda España ofrecen productos elaborados a mano: jabones, cuero, vidrio, pan de leña y dulces típicos. El aire se llena de aromas especiados y sonidos de gaitas y laúdes. Los comerciantes, vestidos con ropajes de época, no solo venden: cuentan historias, animan talleres y convierten sus puestos en microescenarios. Espectáculos de fuego, títeres y una ludoteca gratuita completan la oferta para visitantes de todas las edades.

Al llegar a La Fuente, la traca fusilera anuncia el broche final. Aquí concluye el desfile y culmina este fin de fiesta que se prolongó durante cuatro intensas jornadas de pasacalles escolares, apertura de kábilas, mercados medievales y torneos en la playa. Un gran desfile que no solo recrea un episodio del pasado: lo revive, lo sella con pólvora, música y fiesta, y lo proyecta hacia el presente como un símbolo de diálogo cultural en el corazón de Mojácar.

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