El típico traje de mojaquera ya tiene quiénes lo confeccionan
Tradiciones
Una relación de 34 mojaqueras han completado los tres meses del taller de confección de esta típica indumentaria y los diseños se mostraran en las próximas fiestas patronales
Un taller de trajes de mojaquera asegura esta tradicional indumentaria
Una relación de 34 vecinas de Mojácar ha participado un taller de confección del traje típico de mojaquera. La iniciativa les ha permitido aprender a coser y a compartir momentos juntas, durante tres meses de duración, y mantiene viva esta tradición indumentaria histórica de las mujeres de Mojácar.
El resultado de su trabajo será escrutado y motivo de orgullo en las próximas fiestas patronales. La experiencia ha sido impulsada desde el Ayuntamiento de Mojácar, en colaboración con Diputación, y las clases, que se imparten por las tardes en el Centro de Usos Múltiples por una monitora a cargo de la institución provincial
El objetivo es mostrar los nuevos trajes, así las cosas, en las fiestas patronales de la ciudad, tanto en San Agustín, a finales de agosto, y en las de la Virgen de Rosario, en octubre. Según la confesión de las cursillistas, se han de invertir muchas horas de trabajo, “pero el resultado final merece la pena”. La falda es el elemento del traje “que más trabajo lleva porque tiene mucho volumen y lleva encajes y bordados”.
El traje de mojaquera constaba de enaguas; la falda o refajo; el delantal; la faltriquera; la blusa; el corpiño; el mantón; el pañuelo; el calzado y las distintas joyas que servían de adorno a la mujer, como pendientes o collares. Las enaguas eran casi siempre de color blanco, pero también había de distintos tejidos y colores estampados y eran muy rizadas en su cintura, con el propósito de dar más volumen a las faldas. Estaban adornadas con bordados y encajes muy elaborados.
El refajo se colocaba sobre las enaguas. Solía tener fondo oscuro, de tonalidades fuertes, casi siempre en negro, azul marino o granate, con rayas horizontales de diversos colores. Se adornaba en los bordes, siguiendo el dibujo paralelo al dobladillo. El tejido era de lana, fabricado en los telares del pueblo, y también sus bordados Se colocaba anudado a la cintura debajo del corpiño, que sujetaba el plisado recogido en la cinturilla de la falda.
El delantal iba sobre el refajo principal exterior. Era de tonos claros, cubriendo toda la parte delantera y rodeando media cintura. El largo llegaba prácticamente hasta el dobladillo de la falda, quedando a pocos centímetros del mismo. Se adornaba con bordados hechos al deshilado y no solía llevar bolsillos. Remataba en su borde inferior con grandes puntillas de encaje.
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