Provincia

El ocaso de una estación centenaria

  • El origen de la estación Doña María-Ocaña data de 1895. La primera edición de la romería, en 1958, coincidió con el inicio de la época dorada de su actividad

La Romería Ferroviaria en honor de la Virgen de Fátima, patrona de los trabajadores ferroviarios, es una de las más singulares de la provincia. Sus orígenes se remontan a 1.958 y el espíritu de esta jornada festiva, el día más grande para sus vecinos, está íntimamente ligado con el pasado de este enclave vecinal, vinculado con el mundo del tren y asociada con su estación, hoy fuera de servicio.

La primera edición de esta romería se celebró en 1958. La iniciativa surgió tras la decisión de tres mujeres de la barriada de La Estación, quienes compraron en Guadix la imagen de la Virgen de Fátima, patrona de los ferroviarios. En 1961, la estación perdió mucho de su personal y la romería dejó de celebrarse.

Pero en 2004, varios matrimonios de Doña María, entre bromas se empeñaron en su recuperación. El intento resultó todo un éxito de público y dio lugar a la constitución oficialmente de la Asociación Cultural Ferroviaria de Fátima, ACUFE. Esta Asociación es la que se encarga de mantener vivo la memoría ferroviaria de este enclave vecina, con la organización de actividades que resaltan la importancia del ferrocarril, como han sido los casos de exposiciones de fotografía, bordados y objetos antiguos.

La estación de Doña María-Ocaña es uno de los ejes de la fiestas. Situada a medio camino entre el Valle del Río Nacimiento y la montaña, su origen data de 1895. Ese año sitúa el momento de apertura del primer tramo de la línea de Linares a Almería que explotó la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur del España, que sería absorbida en 1929 por la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces que en 1941 se incorporaría a la red nacional.

La complicada orografía de la zona fue lo que hizo necesaria la habilitación de estaciones donde realizar operaciones de reforzamiento en la tracción de los trenes cuando no era previsible la a aparición núcleos ferroviarios consolidados debido la escasa incidencia de la explotación ferroviaria con escasos tráficos de viajeros y una orientación casi en exclusividad hacia el transporte del mineral de hierro.

En la estación de Doña María, de hecho, se iniciaba una contrapendiente hasta la estación colateral de Nacimiento. Además, en 1904 estaba en funcionamiento un cable aéreo de 14 kilómetros de longitud que acercaba el mineral de hierro desde el coto minero de Beires, en Sierra Nevada, hasta esta estación. Mediante una estación de embarque, se realizaban en la misma las operaciones de transbordo a los vagones del ferrocarril que partían con destino al Puerto de Almería. Esta explotación minera fue muy irregular y en la década de 1930 dejó de funcionar.

La actividad ferroviaria y minera hicieron que la estación de Doña María tuviera una población estable bastante importante, que alcanzó su punto álgido en 1.940 cuando se encontraban censados en esta aldea ferroviaria un total de 154 personas. El catálogo inmobiliario era, entonces, muy precario. Además del edificio de viajeros, dotado con la vivienda para el jefe de estación y su familia, sólo había un pabellón de cuatro viviendas. Existían, por entonces, otras construcciones de carácter privado junto al edificio de la estación. En las proximidades del antiguo cargadero de las minas de Beires, se levantó un grupo de viviendas muy modestas que fueron ocupadas por los mineros y por trabajadores del ferrocarril, especialmente los guardafrenos, que eran la plantilla más numerosa.

Esta estación está catalogada como Poblado ferroviario. El tramo entre los años 1958 a 1964-65 marcó su época dorada. La barriada llegó a tener escuela y una cantina, y se levantaron muchas casas, humildes de gente trabajadora. Fue inaugurada la escuela y su pupitres y mesas fueron pagados, de hecho, por la compañía estatal Renfe.

Los trabajadores le mandaron un escrito al director de la compañía quien aceptó su petición. Había mucho trabajo y puestos de trabajo de carga y descarga, el carboncillo, o para encender la escoria, entre otros muchos. La automatización del sistema de circulación que se implantó en esta línea férrea en 1980 y la construcción de unas variantes, que evitaban el trazado en contrapendiente, marcaron el final del poblamiento permanente en esta estación y alrededores.

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