Toros Roquetas
  • Los tres toreros se ganaron el derecho de salir a hombros, pero Morante rehusó, al ser abroncado en el cuarto

  • Sí lo hicieron tanto Luque como Juan Ortega en un festejo caracterizado por un ganado huidizo

Daniel Luque, muy por encima de la mansada de Alcurrucén en Roquetas

Daniel Luque, en un pase al quinto de la tarde. Daniel Luque, en un pase al quinto de la tarde.

Daniel Luque, en un pase al quinto de la tarde. / Rafael González

Escrito por

José Luis Laynez Bretones

La feria taurina de Santa Ana finalizó en Roquetas de Mar con una triple salida a hombros por la puerta grande que no fue tal, ya que Morante de la Puebla, que cortó dos orejas en su primero pero fue abroncado en el cuarto, rehusó hacerlo. Sí abandonaron la plaza a hombros tanto Daniel Luque como Juan Ortega, aunque se antojó demasiado premio para un festejo que para nada resultó brillante, caracterizado por unos astados mansos de solemnidad que no dieron ningún juego.

La primera parte resultó entretenida, pero sin brillo para un tendido que estuvo mucho más despoblado que el sábado. Está claro que no basta con abrir las puertas de la plaza tras lo peor de la pandemia. Hay que hacer algo para atraer al público, que está remiso a regresar a los tendidos. Este es el primer año que ha habido tres corridas de toros en la feria roquetera y eso tal vez también ha pasado factura en lo referente a la afluencia de espectadores.

Morante cortó por la vía rápida y, como el 4º toro, tampoco quiso pelea. Fue abroncado

Abrió plaza Morante, ante un toro huidizo que escapaba constantemente a toriles, como hicieran también los siguientes astados, sin ganas de pelea. El maestro sevillano deleitó al público con un precioso quite por chicuelinas y empezó su faena pegado a tablas. Fue saliendo poco a poco hasta casi los medios para armar una faena a su estilo, encimista, en la cara del toro. Lenta, pausada y con buen gusto, aunque sin alardes.

Toreó con las dos manos por ambos pitones, rematando el tramo final con pases de adorno que gustaron al tendido. Mató con una gran estocada y recibió dos generosas orejas que ya le permitían salir a hombros.

Daniel Luque tuvo que bregar con un toro que, siguiendo la estela de su hermano, tiró siempre hacia la querencia de chiqueros, y que además recibió un puyazo demasiado largo. Con un tercio de banderillas poco lucido y un bonito quite por verónicas, afrontó su faena con la muleta de forma quizá algo previsible y demasiado académico. El toro no ayudó. Se le coló y se le paró varias veces en mitad del pase, especialmente por el pitón derecho, lo que hizo que estuviera un tanto dubitativo. Mató muy bien, y esa buena estocada le valió una oreja en el primero de su lote.

La mansedumbre de libro de los astados se repitió en el tercero de la tarde, que también tiraba para toriles y le complicó mucho la labor a Juan Ortega. El animal, huidizo, tampoco quería saber nada de la pelea y rehusaba entrar al caballo. Recibió un solo puyazo previo a que el diestro sevillano de 31 años, que tal vez sí vio algún potencial en el animal, brindara su muerte al tendido. Comenzó con la izquierda, con pases desmayados dejando caer la muleta al suelo. Pero tuvo hasta tres desarmes a lo largo de la faena, que enfriaron considerablemente al público. Con todo, se rehizo y dio buenos derechazos y naturales previos a la suerte final, ejecutada en el mismo lugar donde se desarrolló toda la faena, frente a la puerta de toriles, lo que obviamente complicaba la tarea con el estoque. Acabó con su enemigo tras dos pinchazos y una estocada, premiándolo el público con una generosa ovación, sin petición de oreja.

Los toros, de mal en peor, y bronca a Morante

La esperanza en los tendidos de que salieran mejores toros en la segunda parte de la corrida no se cumplió, y de hecho el asunto empeoró con los astados, que fueron peores si cabe que sus hermanos. Esto hizo que Morante no se quisiera complicar en el segundo de su lote ante un enemigo así. Metió al animal una segunda vez en el caballo tras un buen puyazo y eso comenzó a enfadar al público. Inició la faena en las tablas y, al poco de empezar, el toro desarmó al diestro, lo que motivó que Morante acortara el trámite y se fuera con presteza a por el estoque entre abucheos. Lo mató con un bajonazo y el público, muy enfadado, le dedicó una sonora bronca, muy alejada de la ovación del que abrió plaza.

El público pidió la devolución del quinto, pero Luque logró sacar de donde no había

Pero el más manso del encierro, sin duda, fue el quinto. No se dejó capotear, ni picar, saliendo del caballo raudo en cuanto notaba el hierro. Lo mismo sucedió con las banderillas, recibiendo apenas un palo. El tendido pidió su devolución pero de todos era sabido que, por manso, un astado no puede devolverse a los corrales. Luque demostró su calidad en un ambiente hostil por la ausencia de lucha del astado. Sacó petróleo de una situación en la que otros habrían desistido, como pudo verse minutos antes con Morante. Lo embarcó con la muleta y logró alejarlo de las tablas, aunque lo más meritorio fue mantenerlo en los medios y lograr ligar una faena en la que todo lo hizo él. El toro no puso nada de su parte, pero Luque le impidió que se separara de la muleta y se fuera hacia el abrigo de la madera. Tal era su concentración que rechazó que sonara la música en la fase clave. Mató de pinchazo hondo y se le concedieron dos muy merecidas orejas.

Cerró plaza y feria el segundo del lote de Juan Ortega, un toro colorado al que el diestro no pudo dar pases de recibo aceptables y que recibió un buen puyazo, siendo aplaudido al picador.Como el resto de hermanos, el animal buscó los chiqueros en casi todos los lances, pero Ortega también estaba dispuesto a darlo todo en pos de un triunfo que terminó llegando gracias a su porfía, que le permitió sacar algunos pases, aunque con poca transmisión y con cuentagotas. Mató con una estocada algo caída, pero eficaz. El presidente fue generoso con las dos orejas, que permitieron al sevillano salir por la puerta grande.

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