Contaminación del aire

Respirar en la gran ciudad

  • Los impactos en la salud atribuibles a la contaminación del aire en Europa son sustancialmente más altos de lo que se suponía hasta ahora

Restricciones en el tráfico en Madrid establecidos al aplicar el protocolo de actuación para episodios de contaminación.

Restricciones en el tráfico en Madrid establecidos al aplicar el protocolo de actuación para episodios de contaminación. / EFE / Javier Lizón (madrid)

Las enfermedades no transmisibles son la principal causa de mortalidad a nivel mundial. Alrededor del 71% de los 56 millones de muertes que se produjeron en todo el mundo en 2015 se atribuyen, principalmente, a las enfermedades cardiovasculares (31%), cánceres, diabetes y enfermedades pulmonares crónicas. En Europa, las enfermedades cardiovasculares representan el 45% de la tasa de mortalidad y en los 28 países de la Unión Europea es del 37%. Esto equivale a unos 2,14 millones y 1,85 millones de muertes por año, respectivamente, según un estudio amplio publicado en American Heart Journal. En este estudio, coordinado por Jos Lelieveld, del Instituto Max Planck de Química, los expertos afirman que “la contaminación del aire es un factor de riesgo para la salud que puede superar el consumo de tabaco”.

A la hora de describir qué provoca estas muertes se alude a factores de riesgo. Los habituales son fumar tabaco, seguir dietas poco saludables, falta de actividad física, sobrepeso, presión arterial elevada, azúcar en la sangre y colesterol. Todos estos elementos pueden evitarse o reducirse sustancialmente. De hecho, se estima que el 80% de las enfermedades cardíacas prematuras, los accidentes cerebrovasculares y la diabetes se pueden prevenir. Ahora la comunidad científica va realizando aportaciones poco a poco para poner de relevancia el peso del medioambiente en estas estimaciones.

La polución puede llegar a considerarse un factor de riesgo equiparable al tabaco

Los factores ambientales, en particular la contaminación del aire, plantean riesgos adicionales con implicaciones para la salud que se han subestimado hasta ahora. La exposición crónica a niveles altos de partículas finas perjudica la función vascular, lo que puede conducir a infarto de miocardio, hipertensión arterial, accidente cerebrovascular e insuficiencia cardíaca. Las fuentes predominantes de partículas finas son la combustión de combustibles fósiles y biomasa, la industria, la agricultura y el polvo arrastrado por el viento. “Los mecanismos biomédicos y químicos subyacentes no se resuelven por completo, pero existe una evidencia creciente de una relación causal entre la exposición a partículas finas con un diámetro inferior a 2.5 µm (PM 2.5 ) y la morbilidad y mortalidad cardiovascular”, indican el estudio. Las partículas en suspensión de menos de 2,5 micras (PM2,5) son el indicador generalizado de la contaminación urbana. En general, se acepta que los efectos crónicos de la contaminación del aire en los eventos cardiovasculares son mayores que los efectos agudos, y que los ancianos y las personas con ECV previa o factores asociados tienen mayor riesgo.

El estudio muestra que el número de muertes por ECV atribuibles a la contaminación del aire es mayor de lo esperado, lo que puede explicarse por los efectos adversos en otras ENT, como la diabetes y la hipertensión. Esto está respaldado por dos metanálisis recientes, que calcularon un riesgo sustancialmente mayor de diabetes mellitus Tipo 2 por cada aumento de 10 µg / m3 de PM 2,5. Además, la mayor exposición a PM 2,5 por 10 µg / m 3 lleva a un aumento de la presión arterial sistólica y diastólica en 1–3 mmHg y se asocia con una relación de riesgo de 1.13 para el desarrollo de hipertensión arterial.

Se ha demostrado que las partículas finas causan disfunción vascular endotelial al activar vías moleculares que conducen a un aumento del estrés oxidativo a través de mecanismos que son sorprendentemente similares a los de la disfunción vascular subyacente establecida en el contexto de la diabetes y la hipertensión. Por lo tanto, parece que la contaminación del aire desencadena o agrava otras ENT, como la diabetes y la hipertensión, que pueden contribuir significativamente a la ECV.

Para los autores, “mejorar la calidad del aire en Europa es una intervención de promoción de la salud factible, altamente efectiva y, por lo tanto, imperativa. Al reemplazar las fuentes de energía fósil con combustibles limpios y renovables, necesarios para cumplir los objetivos del Acuerdo de París sobre el cambio climático, la tasa de mortalidad atribuible en Europa podría reducirse en un 55%”.

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