Semana Santa

Andalucía cantaora (II)

  • A través de centurias la saeta ha evolucionado y nutrido de músicas de variadas raíces culturales: árabes, bizantinas, cristianas y judías l De las salmodiadas a las flamencas

Saeta de María Canet.

Desde siempre el pueblo andaluz ha sentido marcada inclinación por la Música en el marco de las Bellas Artes. Y una parcela nada desdeñable le corresponde al cante, toque y baile flamenco (declarado como es notorio Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en noviembre de 2010). Tal magma heterogéneo y secular desembocó en un crisol purificador que configuró formas matrices o susceptibles de ser acompañadas a la guitarra. Otras se expresan a “capela”, sin apoyatura rítmica, caso del grupo de las tonás, de vital importancia en el campo que nos ocupa.

Imposible resulta a estas alturas (pese a las varias teorías sustentadas) fijar con precisión el momento en que la saeta plana, escasa de matices y relieves, se sustituyó por “perlas” estilísticas perfectamente pulidas y rematadas. El protagonismo pasa entonces a ejercerse por profesionales. La súplica o ruego a Jesús y María se vehiculiza a través de la seguiriya, tonás, martinete, debla o carcelera. Es la tesis generalmente aceptada. Tesis de la que en cierta medida discrepamos ya que si en la actualidad se ejecutan habitualmente por estos “palos” habitualmente, en sus comienzos no hubo tales limitaciones, abriéndose el abanico a otras variantes. Un significado representante de la Generación del 98, Eugenio Noel, escribía en <Semana Santa en Sevilla> que él las había escuchado por fandangos, malagueñas y tarantas, el genuino cante de origen almeriense (aunque raramente, nosotros también las hemos oído hace tiempo en nuestra ciudad). Reprobando lo que consideraba una desviación del folklore andaluz y de la concepción ortodoxa del Cante.

Antología de la saeta antigua. Antología de la saeta antigua.

Antología de la saeta antigua.

Discrepancias al margen, una legión de figuras consagradas derrochó sabiduría y conocimientos en el siempre comprometido ejercicio vocal durante su periplo profesional: Enrique el Mellizo, Manuel Torre, Niño de Gloria, Tomás y Pastora Pavón, Manuel Centeno, Manuel Vallejo, Canalejas de Puerto Real, Pepe Marchena, Niña de la Alfalfa, Antoñita Moreno, El Pali, Antonio Mairena o José Menese. No obstante y por desconocidas razones, los estudiosos omiten sistemáticamente a otro elenco que igualmente las enalteció. Me refiero a las raciales tonadilleras monopolizadoras de los espacios escénicos el primer tercio del siglo XX: Amalia Molina, Rosarillo de Triana, Emilia Benito, Custodia Romero o Niña de Linares.

En cuanto a su interpretación, a nadie se le escapa el riesgo que entraña su puesta en escena. A la dificultad de los estilos citados y singularidad del momento (motivado por la carga de emotividad que el saetero soporta en ese instante), se le suma el inconveniente de realizarlo al aire libre, con ruido ambiental, condiciones atmosféricas adversas, incensarios delante de los pasos, etc. Y por encima de cualquier circunstancia adversa el tener que encarar los tercios sin el apoyo tonal que le proporciona la guitarra. Por lo general, coplas de cuatro o cinco versos octosílabos de indudables raíces árabes, bizantinas, judías y cristianas.

Almería por saetas

Cuatro sayones le siguen,veinte soldados le aguardan,y tras Él las tres Maríasllorando van enlutadas(Francisco Villaespesa)

Decepciona adentrarse en la casi nula bibliografía autóctona. La religiosidad popular y el segmento musical que abordamos es un apartado por el que han pasado de puntillas los historiadores provinciales. Sólo algún que otro artículo costumbrista, no demasiado fiable por cierto. Asimismo, son mínimas las alusiones halladas en estatutos y normas constituyentes de antiguas hermandades y cofradías; y casi nada en el vaciado de la hemeroteca decimonónica. Sin embargo, estamos razonablemente seguros de que la tradición se remonta a tiempos muy pretéritos y de que su esplendor corrió en paralelo al resto de provincias andaluzas.

Villaespesa le dedicó su saeta a las “tres Marías que llorando van enlutadas”

Nos apoyamos en un hecho suficientemente explícito en actas, memorias y legajos oficiales varios: desde el siglo XVI la presencia de intérpretes -gitanos o payos- es constante en celebraciones eclesiales; Navidad, Corpus o su Octava. No existen por tanto razones sociales ni antropológicas que abonen un discurso en contra en cuanto a Semana Santa. Opinable sería en cambio las formas y estética expresiva, siempre en un tenor literario de contenido religioso. En cualquier caso mantengo la tesis de que Almería en poco podía diferir de sus hermanas andaluzas. Abono mi tesis en la constatación de una práctica frecuente, aunque poco conocida, en nuestra ciudad. A caballo de las dos centurias anteriores fue habitual la presencia a las puertas de los templos de una legión anónima de ciegos desheredados de la fortuna, castigados por una sociedad tremendamente injusta, entonando cánticos en demanda de unas míseras monedas. Seres desgraciados a los que la prensa local, mínimamente solidaria, hostigaba con perentorias advertencias a las autoridades para que desaparecieran del paisaje callejero dada la impresión negativa que a su juicio causaban a propios y extraños. Congratulándose cuando (1918) no se hacían visibles: Una de las notas más salientes fue la ausencia de pobres en las puertas de las Iglesias, que otros años, en filas interminables, cantaban la Pasión de Jesús.

Saetas de Almería. Saetas de Almería.

Saetas de Almería.

Del contenido de las “pedigüeñas” letras sólo apuntaron que eran letanías que narraban la Pasión y Muerte de Jesús. Cancioneros y hojas volanderas que aquellos troveros populares colgaban en fachadas de las parroquias para su venta (El Semanario Popular, cita la de Santiago Apóstol). En cambio, el redactor se sentía satisfecho de “las incontables mesas petitorias, a cuyo frente lucían bellas señoritas... “. O que “la tarde del Jueves Santo nuestras gentiles paisanas, tocadas con la clásica mantilla que recuerda a la España de manolas y chisperos, recorrieron las Estaciones y pasearon por nuestras calles”. Igualmente nos consta (coleccionable de Diario Ideal, 1996, que el párroco de Oria, Félix García, recopiló textos y tradiciones que tienen puntos en común con diferentes localizaciones andaluzas. Versos en que el sacerdote se recrea con descarnado realismo y que coincidirían, presumiblemente, con las letanías citadas:

El que no vive el amorde la Doctrina y la Feclavará siniestro piede Jesús Nuestro Señor

Golpeaba con furorun clavo fuerte y mal hecho,al clavar el pie derechode Jesús Nuestro Señor

Cuan profundo fue el doloral ver el hombre, inhumano,clavar la siniestra manode Jesús Nuestro Señor

De fiereza y de valorlos sayones dieron muestra,al clavar la mano diestrade Jesús Nuestro Señor

Considera pecadorque la lanza de Longinoabrió el costado Divinode Jesús Nuestro Señor

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