Bajo Palio

Mojácar, una Pasión llena de tradición y de historia

  • La localidad vive la Pasión, Muerte y Resurrección más atípica de su historia sin procesiones

Mojácar cuenta con una Semana Santa singular.

Mojácar cuenta con una Semana Santa singular.

Mojácar, como tantas otras localidades españolas, vive la Semana Santa más atípica de su historia. Estas fechas, que siempre se esperan de una manera especial entre las manifestaciones religiosas y el bullicio de los turistas, se viven hoy dentro de los hogares pero con el corazón y el pensamiento en cada uno de los actos religiosos que durante décadas han marcado el paso de esta conmemoración cristiana de la Pasión de Cristo.

En Mojácar no existen cofradías oficiales y reconocidas por el Obispado, aunque si existen dos hermandades: la del Nazareno y la de la Virgen de los Dolores, personas que se encargan todo el año de encontrar los medios para mantener las imágenes y los tronos, para adecuarlos y llevarlos en procesión.

Cuatro son los pasos que recorren el pueblo a lo largo de la Semana Santa mojaquera: Las Virgen de los Dolores, el Nazareno, el Crucificado y el Cristo Yacente.

Mojácar ha tenido siempre una gran tradición en estos días. Antes de la guerra civil española, con una Parroquia que contaba con un espectacular retablo de madera, coro e imágenes de gran calidad artística salidas de las manos de Salcillo, la población se volcaba alrededor de los actos más significativos en los que participaba todo el pueblo.

Se hacían procesiones y representaciones bíblicas en la que los personajes teatralizaban la pasión de Cristo: libreto y bonitos ropajes incluidos.

La Parroquia de Santa María de Mojácar fue construida a finales del siglo XVI sobre los restos de una antigua mezquita. Es una iglesia fortaleza que comenzó a construirse en 1560 por el maestro Sebastián Segura, sirviendo también de refugio frente a los numerosos ataques de piratas. Corsarios, turcos y berberiscos.

Fue la única de la zona quemada durante la guerra civil, destruyéndose todo, incluidas las imágenes de su interior y documentos religiosos y civiles. La Iglesia y su antigua torre fue restaurada casi por completo a finales del siglo XX. Es un edificio de grandes dimensiones, con amplios sillares de piedra y uno de los escasos ejemplos de arquitectura de este tipo en la provincia.

Tras la contienda y poco a poco, algunas de las tradiciones se van recuperando al igual que las imágenes de la Virgen de los Dolores, que se adquirió en los años 40. Una talla de la escuela veneciana al estilo de los años 40-50, aunque sí se conservaron, de la época de mayor esplendor y heredados de la Virgen de Salcillo, los trajes que luce en Semana Santa.

También llegó el Nazareno, viajó desde su lugar de origen, en tren, hasta Zurgena, donde se le recibió y desplazó hasta Mojácar. De gran belleza, es una talla esmerada que levanta la admiración de todos.Entre 1981 y 1982, el Altar Mayor se decora con una pintura realizada por el pintor alemán Michael Sucker, residente en Mojácar durante nueve años.

Es posible que esta decoración eclesiástica sea una de las más originales de España. El autor quiso plasmar el ambiente de Mojácar, la luz y el conocido indalo, cristianizándolo. El altar mayor esta presidido por la figura de Jesús, vestido de blanco, cubierto por una bóveda celeste en forma de arco y cuyos extensos parten desde las palmas abiertas de sus manos, formando una gran semicircunferencia, a modo de arco iris y simulando la silueta del Indalo de Mojácar.

Miercoles, Jueves y Viernes Santo las calles de Mojácar son el escenario de procesiones con tronos realizados especialmente acordes a las calles de Mojácar, estrechas, sinuosas y especialmente bellas que se llenan estos días del aroma de incienso, de velas, de flores y del color de sus imágenes, de los fieles, nazarenos, manolas y de las notas de la Banda Municipal de Música que entonan su música sacra y saetas.

Aunque lo más singular de la Semana Santa y que también ha sido recuperado de la tradición, es la procesión de El Encuentro. La Virgen, con manto negro y su hijo, El Nazareno, salen de la Parroquia de Santa María y dirigen sus pasos por distintos recorridos a lo largo del casco antiguo, envueltos en un silencio sepulcral, acompañados ambos por la luz de las velas de los fieles.

La Plaza del Caño es el punto de encuentro. La Virgen ya le espera. Los costaleros del Nazareno, ante su madre, hacen las “tres caídas” al tiempo que todos entonan la Salve Mojaquera con gran devoción y recogimiento.

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