Oliveros desborda Pasión

El sol brillaba en el barrio de Oliveros donde multitud de almerienses esperaban con gozo la salida de la primera cofradía de la capital de ayer Lunes Santo. Eran las 18:00 cuando las puertas del templo de Santa Teresa de Jesús se abrían anunciando la salida de la hermandad.

Comenzó a procesionar el cortejo, con el paso marcado por la cruz guía junto con dos faroles portados por nazarenos. Tras ella, un gran desfile se adentraba en la calle Rafael Alberti, formado por una destacada guardería de más de sesenta niños de diferentes edades con túnica y capelina de color morada. Le seguían los nazarenos, que daban paso a la salida de Nuestro Padre de Salud y Pasión en su Tercera Caída. La Banda de Cornetas y Tambores Monte Calvario de Martos (Jaén) interpretaba la Marcha Real, seguida de ‘La Pasión’, con la que el Señor de Oliveros dejaba atrás su templo buscando las calles de la capital almeriense. Es la primera vez que esta banda realiza estación de penitencia junto a la hermandad de Pasión.

La cruz parroquial abría el tramo de palio, formado por un importante número de nazarenos y más de una treintena de mantillas. Bajo una nube de incienso y un manto de aplausos, María Santísima de los Desamparados cruzaba el dintel de la puerta de la parroquia. Al toque del recién restaurado y bañado en plata llamador, Manuel Vicente Barranco llamaba a los costaleros para que llevaran a la titular mariana de la hermandad a encontrase con los fieles.

La Señora de Oliveros bajaba la empinada cuesta que caracteriza la entrada y salida de esta parroquia, al son de ‘Reina de los Desamparados’, interpretada por la Banda de Música Santa Cecilia de Sorbas, dejaba atrás su templo. María Santísima de los Desamparados portaba en su mano la recién restaurada y bañada en oro flor de la Pasión. Además, la candelería iluminaba su rostro y un gran exorno floral formado por jarras rosas blancas y rosas de pitiminí. Bajo un manto de aplusos comenzaron su estación de penitencia hacia el centro de Almería, donde esperaban muchos más fieles que acompañaron a la hermandad en todo su trayecto hasta la vuelta a su barrio rozando la media noche.