El Cristo de la Misericordia recorrió el barrio de Turre este Martes Santo, tras dos años de ausencia. Resonaron los tambores, cornetas y las saetas  de los gitanos en la noche iluminada pro antorchas. Fue una procesión emocionante, con muchos sentimientos encontrados: por un lado, la felicidad de volver a procesionar ganándole la partida a la pandemia; por el otro, la tristeza de los dos hermanos perdidos en estos años.

Precisamente los momentos más emotivos fueron sendos homenajes a dos de los portadores del Cristo que han muerto recientemente. En el trono, a los pies del crucificado, dos banderines blancos mostraban sus rostros. La procesión pasó por sus casas, haciendo parada. Incluso en una de ellas cantaron la saeta "El niño costalero".

La del Martes Santo de Turre es una procesión distinta a las demás y por ello llamativa y atractiva para vecinos y visitantes. Hace una década que la comunidad gitana de Turre comenzó a procesionar este paso con un estilo muy particular y propio. Mientras recorren las calles de la localidad le cantan "Caridad del Guadalquivir" o la "Saeta " de Serrat.

Todo ello mientras que portan el trono con un estilo propio, con constantes cambios de ritmo y pasos adelante y atrás. La procesión partió de la iglesia de la Purísima Concepción para ir adentrándose poco a poco en las callejuelas estrechas del barrio, también conocido como Turre viejo. De hecho, este es el único paso que recorre esta zona del pueblo, ya que hace algunos años dejó de hacerse precisamente por la angostura de sus calles. Asciende hasta la Plaza del mirador, acompañado por penitentes que descalzos arrastrando cadenas.

Los gitanos portan el trono con un estilo característico mientras que van cantando saetas y con la música de la Banda Municipal de Turre, que además este año ha hecho un especial esfuerzo para adaptar su repertorio para la ocasión, según manifiestan. Un paso más para engrandecer esta procesión del Martes Santo, pues anteriormente era habitual usar algunas melodías pregrabadas. "Ha sido una noche mágica en todos los sentidos: mil gracias a cada musico que lo ha hecho posible; hacéis que nos sintamos muy orgullosos de nuestra banda", han escrito en su perfil de Facebook.

La procesión de este año fue especialmente sentida. El momento más bello es quizás es el paso por la emblemática calle Sorroche, con la iglesia al fondo y las voces de los hombres y mujeres que portan el trono resonando.

Esta peculiar procesión es solo una muestra más de la popular Semana Santa turrera. Destacan por su singularidad las procesiones del Viernes Santo, con el encuentro, y la del Domingo de Resurrección, con las archiconocidas 'carreras de San Juan'.