Saeteros

Semana Santa

La saeta no morirá mientras haya mujeres y hombres que tengan algo que cantar a Jesús Nazareno y a su Madre

La procesión de Los Ángeles en Almería, en imágenes
La procesión de Los Ángeles en Almería, en imágenes / Javier Alonso
Julio Gonzálvez

08 de abril 2023 - 23:55

Todos hemos oído una saeta que nos llamó la atención. Y ahí quedó el cante, en la trastienda de la memoria, donde los recuerdos de otras Semanas Santas se resisten al olvido. La saeta sale de la garganta, pero busca el corazón de los demás. Y a veces también el saetero nos deja un pedazo de su corazón, envuelto en su voz. Dicen que las saetas de ahora ya no son como las de antes. Que ya no están los “grandes monstruos” sagrados del cante (y aquí cada cual que puede poner sus nombres preferidos que en Almería los hubo y hay muy buenos). Que cantar en la calle es muy difícil, por el ruido, por la humedad de la noche, por el aire y el humo de los incensarios. Pero aún hay momentos en que la magia se recupera.

Saeteros apostados en los balcones, o pie de calle, dispuestos a dar de verdad cuando se acerca el paso. Calles estrechas. Calles recogidas como la bajada por la calle Cubo. Calles acogedoras como el paso por la tribuna oficial, que son como emboscadas de amor, que no admitirán escapatoria. Saeteros en las entradas, que mantienen a Cristo y a María en la calle, como si se resistieran al adiós. Saeteros que se agigantan entre la multitud y dejan su voz en lo más hondo de la noche, contraste del silencio que se abre ante ellos.

Canta el saetero. Ahí quedó el paso. Y será la eterna duda. ¿Mejor arriado o andando? ¿Mejor dejar al Cristo o a la Virgen estáticos, mientras que los costaleros descansan?, ¿o levantarlo, dejando a la saeta como única música, voz que suplanta a las cornetas y tambores, que cuenta con palabras una historia de Pasión o un simple requiebro?

La saeta no morirá mientras haya mujeres y hombres que tengan algo que cantar a Jesús Nazareno y a su Madre. El arte, el espectáculo, queda subordinado cuando se va por derecho. ¿Cuántas saetas de aficionados, de las consideradas promesas, han dejado más huella que otras menos sinceras?

No importa si ha cobrado, si canta por afición, por una promesa o porque se lo pide el cuerpo. Sin ellos la Semana Santa seguiría existiendo, pero no sería igual. Por eso, la saeta sigue viva cada primavera en las calles de Almeria.

Luz entre sombras

Las velas encendidas en las manos de nuestros cofrades que acompañan las imágenes de Cristos y Vírgenes, sugieren estas ideas. Según el primer libro de la Biblia, el Génesis, así comenzó la creación: “Dijo Dios: Hágase la luz; y la luz fue hecha”. Y Dios con la luz iluminó la oscuridad”.

Pero el pecado ensombreció de nuevo la obra de la creación. Las tinieblas volvieron a cubrirlo todo. Y fue necesaria una nueva creación. El evangelista Juan lo describe así: “La Palabra (el Hijo de Dios, hecho hombre) es la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo…Los que la recibieron pudieron hacerse hijos de Dios”.

La Luz de Cristo debe continuar iluminando las sombras de nuestra Semana Santa. La Vigilia Pascual, la noche que media entre el Sábado Santo y el Domingo de Resurrección, debe ser la gran celebración litúrgica de todos los católicos almerienses. En ella se celebra a Cristo resucitado como luz que vence las tinieblas del pecado. Es la noche más grande del año.

Los cofrades, nazarenos y penitentes acompañan sus imágenes titulares con velas encendidas en sus manos y demás participantes en los cortejos. La luz entre sombras. No debe ser un simple signo. Es la expresión de una exigencia de la fe: ser luz a través del testimonio y de la palabra, disipando las tinieblas del pecado que nos acecha por los cuatro costados. Debemos iluminar la injusticia con la luz de la justicia; el odio, con el perdón; el egoísmo, con la generosidad; la pobreza, con la caridad que sobrepasa lo justo; la mentira, con la verdad; la ignorancia, con la cultura; la impotencia, con el esfuerzo y la creatividad; la división, con la unión; el materialismo, con la espiritualidad, con un Dios único y verdadero, manifestado en Cristo Jesús.

Así, tantas cosas de nuestra popular y Fiesta declarada de Interés Turístico Nacional Semana Santa que, siguiendo el proceso de años anteriores, van iluminándose por la manifestación de la fe cristiana.

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