HISTORIAS COFRADES

Tal y como yo lo he visto

  • Desde pequeño he ido viviendo el mundo cofrade y hasta en el carro de bebé he sido partícipe de eventos y cultos de distintas hermandades

Misterio del Prendimiento saliendo de la Catedral Misterio del Prendimiento saliendo de la Catedral

Misterio del Prendimiento saliendo de la Catedral

Tengo que reconocer que lo he tenido fácil para que me guste esto de la Semana Santa y el mundo cofrade. Tengo amigos en los que en su familia los únicos que tienen interés son ellos o solo algunos de sus miembros, por lo que han tenido que ir ‘forjando’ su sentimiento y pasión en temas de hermandades ellos mismos.

Mi caso es bien diferente, pues desde pequeño lo he ido viviendo y hasta en el carrito de bebé se puede decir que he sido partícipe de eventos cofrades como cultos, besamanos e incluso vía crucis y procesiones. Tal y como he visto, para mí formar parte de la Semana Santa y de todo lo que le rodea ha sido parte de mi vida.

Empezando por el miembro más mayor de la familia, a mi abuelo como es normal ya lo conocí ‘retirado’ de manera activa de salir en procesiones y participar en la vida cofrade durante el año, pero esa ‘chispa’ nunca ha dejado de tenerla y cada vez que sus maltrechas piernas se lo posibilitan, va a la Casa de Hermandad para charlar un rato con los que allí están y cómo no, nunca deja de colaborar cuando la Hermandad realiza algo o vendiendo participaciones cuando los jóvenes realizan algún sorteo para un determinado tema. “Dadme un taco de esos que voy a que me den los donativos correspondientes a mis jóvenes amigos, esos que ya no cumplen los 70 años”, les dice, pues él tiene claro que cada edad tiene lo suyo y en la que está, su manera de participar es esta, menos activa pero igual de útil.

Además, no podría agradecerle más todo lo que me ha enseñado, pues algunas tardes cuando voy a visitarle, me cuenta millones de anécdotas y vivencias para formar lo que se puede llamar una ‘memoria histórica’ del comienzo de mi Hermandad, algo que no se debe de perder nunca, los orígenes, de los que uno siempre debe estar orgulloso.

Llega el turno de mi madre. Cuaresma significa para ella estar todas las tardes en la Casa de Hermandad preparando cosas, repartiendo túnicas, limpiando telas, atendiendo al que llega… por no olvidar todo el trabajo que se hace cuando no es Cuaresma en el que también participa y que es igual de necesario que el que se hace antes de Semana Santa, como preparar cosas para los triduos, las Cruces de Mayo o participar en eventos solidarios cuando hace falta gente.

Desde muy pequeño, cuando ella iba a la Hermandad me llevaba con ella, por lo que se puede decir que desde siempre he estado trabajando para mi Hermandad, en la medida de mis posibilidades, lo que ha provocado que todo esto forme parte de mí de manera natural.

Mi padre, por su trabajo, no ha estado todo lo activo que él hubiera querido, pero cuando ha podido ha echado una mano y en cierta medida, es a quien le debo mi interés por salir de costalero. Aún recuerdo con cinco o seis años ir a ver las procesiones y cuando el paso no andaba, acercarme a la trabajadera en la que estaba mi padre y en voz bajita, preguntar por él. Al momento, una mano salía de ahí abajo para acariciarme y estrechar la mía. Desde entonces, me dije que cuando pudiera yo haría lo mismo, que cargaría ese paso porque además de ser lo que sentía, era algo que quería hacer como él… y a día de hoy me siento orgullo de seguir con algo que comenzó mi padre por los años 80.

Así las cosas, mi hermana también ha empezado a formar parte de todo esto. En ocasiones, algunas de sus amigas le preguntan qué es lo que hace cuando va a la Casa de Hermandad o llega la Semana Santa. Ella, además de invitarlas a que vayan con ella, siempre, tras sus argumentos, termina con una frase: tal y como he visto.

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