Tomás Valera: cofrade

lFue beatificado recientemente por la Diócesis de Almería junto a otros 114

Tomás Valera: cofrade
Tomás Valera: cofrade

12 de abril 2017 - 02:32

Nació en la calle Canalejas de Sorbas el día 7 de octubre de 1.918 en el seno de una familia de tradición católica, siendo el segundo de los seis hijos habidos en el matrimonio de Horacio Valera Gutiérrez de Cabiedes y María Teresa González Crespo. Fueron sus hermanos: Juanita, Teresa, Ginés, Luz y Ramiro, que murió joven en la postguerra. Su bautizo se celebró en la Iglesia Parroquial de Santa María, oficiado por el Siervo de Dios Fernando González Ros, siete días después, apadrinándolo sus abuelos maternos Ginés González y María Teresa Crespo. Siendo destinado su padre como Administrador de la oficina de Correos en Sorbas, en esta localidad pasó los primeros años de su vida y cursó los estudios primarios en la Escuela pública enseñándole las primera letras Eustaquio López.

Buen cristiano, perteneció siendo niño al grupo de Tarsicios, dependiente de la Adoración Nocturna, que tienen como propósito formar a los infantes en la fe y hacer oración a Jesús en la Sagrada Eucaristía. Y poco antes de su detención, en la Juventud de Acción Católica, forma de apostolado creada por Pío XI en la que los laicos se asocian para el anuncio del Evangelio, contribuyendo a la recristianización de las costumbres.

Gran aficionado a la música y por sus muchas cualidades para ello, su maestro Pedro de Haro, le enseñó a tocar el clarinete y pronto formaría parte de la banda municipal de música que siempre acompañaba con gran devoción y recogimiento en todas las Semanas Santas a las imágenes que se procesionaban antes de la Guerra: Nuestra Señora de los Dolores, El Nazareno y al Patrón del Pueblo, San Roque, en sus fiestas.

Unos años después, mi abuelo Horacio pediría traslado a Almería para que estudiaran sus hijos y aquí concluyó el Bachillerato mi tío Tomás, con 16 años, en el edificio que posteriormente albergaría a la Escuela de Artes y Oficios Aplicados de Almería. La familia se alojó en la casa propiedad de los Martínez-Godoy, con entrada por la Calle Gerona esquina Calle Real. Fue una persona abierta, alegre, con ganas de vivir, "un castañuelas", buen Cristiano y piadoso. Asistía a misa con mucha devoción a la Eucaristía y a la Santísima Virgen y hacía apostolado entre sus compañeros de Instituto. Al irrumpir la persecución religiosa, al tratar los milicianos de incendiar el templo en Sorbas, les espetó: "A la Iglesia no entra nadie porque yo me pongo por medio". Y precisamente este aspecto religioso de su vida fue el causante de su detención el 26 de agosto de 1936 al inicio de la Guerra Civil, con tan solo 16 años, en la pedanía de Las Herrerías, de Cuevas de Almanzora, a la que había acudido a refugiarse a casa de sus tíos Miguel y Luisa Casanova después de pasar por Carboneras, ante los rumores de que había sido denunciado por un compañero de estudios por "ser fascista peligroso con olor a cera" y significarse como joven católico practicante. También acababa de publicarse en la prensa local la lista de los afiliados al Sindicato de Estudiantes Universitarios. De allí salió encañonado con su tío, condenados y recluídos en la cárcel de "El Ingenio", donde estuvieron presos dos años. Su tío sería trasladado al hospital a causa de las dolencias por una úlcera en el estómago y murió.

Cuenta su hermana Teresa sobre en su estancia en el presido que compartía generosamente la comida que le llevaba con el resto de presos que no tenían familia. Al poco de ser nombrado en Almería el Gobernador Civil Eustaquio Cañas Espinosa, el 3 de mayo de 1938 salió de la cárcel de El Ingenio una primera expedición de 301 presos políticos, con la misión de terminar las obras de la carretera de Turón a Murtas, de importancia estratégica para el aprovisionamiento de las tropas. En la expoliada parroquia dedicada a la Encarnación, fueron recluidos todos estos cautivos y pasaron todo tipo de privaciones y vejaciones por los milicianos que los custodiaban mientras hacían trabajos forzados y remontaban "la cuesta de la amargura".

El 20 de mayo de 1938, recién asesinado el que fuera Alcalde de Almería José Alemán Illán, fueron a buscar a Tomás Valera a la brigada por su juventud, pues tan solo contaba con 19 años. Provisto de herramientas para dar sepultura al cadáver, cavó la fosa y cuando se disponía a cubrir de tierra el cuerpo recibió un balazo en la cabeza que le hizo caer de bruces en la misma sepultura.

No siendo posible la identificación, sus restos fueron inhumados en el Mausoleo del Cementerio de San José. Además de Valera, siete Siervos de Dios murieron en Turón entre el 20 de mayo de 1938 y el 8 de junio: José Quintas; José Cassinello; Rafael García; Juan Moya; José Pérez; Francisco Salinas y Luciano Verdejo. El 25 de marzo se celebró la ceremonia de beatificación de los 115 mártires de Almería, entre ellos Tomás Valera.

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