Vera repite su tradición centenaria: la Subida de Jesús y el Pregón del Judío

Pocas cosas unen tanto a los veratenses como la Subida de Jesús que se celebra cada Viernes Santo al alba, desde hace siglos. Todo el pueblo, sin importar clase social, ideología o raza, participa, de una manera u otra, en esta tradición de siglos. Es la mayor seña de identidad de la Semana Santa de Vera.

El Viernes Santo está marcado en rojo en los calendarios de Vera. Ese día, aunque sea festivo, toca madrugar. A las 7:00, o antes, suena el despertador para levantarse, ponerse el traje, la camisa y los zapatos y salir a la calle con la familia. Los hombres se dirigen hacia la ermita de San Ramón, mientras que las mujeres se quedan en las aceras de la calle Mayor o en la misma plaza Mayor. A las 8:00 comienza la Subida de Jesús, formando dos enormes hileras de varones junto a la imagen del Nazareno. Es una tradición con al menos 250 años de historia, según algunas investigaciones.

Este año la Subida de Jesús fue más multitudinaria que nunca, según los propios miembros de la Real Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. "Había unos 2.000 hombres", afirman. Durante su recorrido por la calle La Plata y la calle Mayor, el trono del Nazareno representa las tres caídas del viacrucis.

Como es ya habitual, la Legión volvió a estar presente. El Grupo de Artillería de la Brigada Rey Alfonso XIII de la Legión, ubicada en la base "Álvarez de Sotomayor" de Viator, que es "hermano honorífico" de la archicofradía, recibió al Nazareno en la Plaza Mayor con "El novio de la muerte". Hasta Vera llegaron una escuadra de gastadores, la banda de guerra, sección armada y guion de artillería.

A las 9:15 aproximadamente, y con la Plaza Mayor llena a rebosar, comenzaba el Pregón del Judío. Se trata del único vestigio que aún se conserva de la Semana Santa barroca, en la que eran habituales las representaciones de las escenas bíblicas. Un soldado romano, al que popularmente se le llama “el judío”, recita con voz de pregonero la sentencia de muerte contra Jesús. “Esta es la justicia que manda hacer y obedecer el adelantado Poncio Pilato, presidente de la inferior Galilea”, recitó una vez más Ramón Torres, el encargado desde hace algunos años de meterse en la piel del pregonero.

El pregón se leyó, como siempre, desde la puerta de la iglesia parroquial Nuestra Señora de la Encarnación. A un lado, Nuestro Padre Jesús Nazareno, que estrenaba una peluca de pelo natural. Al otro, la Virgen de las Angustias, patrona de Vera.

Tras dar lectura a la sentencia contra Jesús, el pregonero le pidió perdón cantándole la Saeta del Perdón. Tocó el rostro del Nazareno, besó sus pies y se despidió del público presente "hasta el año que viene, si Dios quiere".