Bajo Palio

El Vía Crucis del Cristo de la Pobreza

  • hora santa. Desde 1947 se celebró en la madrugada del Jueves Santo un fervoroso Vía Crucis desde el convento de Las Claras al Cerro de San Cristóbal que terminó al disolverse su cofradía

En pleno apogeo de la II República, en 1935 fue constituida en la Iglesia de la Purísima la Archicofradía del Cristo de la Pobreza, que durante todo el año, los Jueves Eucarísticos, celebraba una solemne Hora Santa de adoración al Santísimo Sacramento del Altar. Posteriormente fue bendecida su bandera por el Obispo mártir Diego Ventaja Milán. Más adelante la cofradía se trasladó a la Iglesia Conventual de las Claras, donde da permanente culto público a la imagen del Cristo, obra de bella factura realizada por el escultor granadino Eduardo Espinosa Cuadros, a la que se le venera con la advocación de Nuestro Padre Jesús de la Pobreza. Animada por un hondo sentido cristiano y de perfección espiritual, la Cofradía de la Hora Santa hizo voto solemne de pobreza, eludiendo toda manifestación externa y dedicando la totalidad de sus recursos a unos cultos que eran cada día más fervorosos, así como a obras de caridad. No figuraba la Cofradía como miembro de la Agrupación de Semana Santa. No obstante desde la madrugada del Jueves Santo de 1947 se celebraba anualmente un Vía Crucis de penitencia con la imagen, en torno al cual se agrupaba la devoción de millares de almerienses.

Durante el Vía Crucis penitencial, la imagen pasaba de escenificar la Oración en el Huerto, vestida con túnica blanca y mantolín rojo, postrando el cáliz sobre una roca, para ser reconvertida en la iconografía que representa un Nazareno con la Cruz, colocándole sobre la sagrada cabeza una corona de espinas y potencias doradas, con túnica morada.

A las cinco y media de la madrugada, Jesús de la Pobreza era sacado en unas sencillas andas, adornado con claveles rojos y ramas de viejo olivo e iluminado por unos hermosos y sobrios faroles de latón con cristales coloreados y brazos, todo ello a los hombros de sus escogidos siervos y rodeada de una enorme multitud compacta, recorriendo el ejercicio piadoso del Vía Crucis por las calles de la feligresía de la Parroquia de Santiago Apóstol, y cuyas fachadas eran adornadas por los vecinos con colgaduras, ramajes y colchas, adentrándose el cortejo por las calles Jovellanos, Marín, Hernán Cortés, Plaza Flores, General Rada, Avenida del Generalísimo (hoy Paseo de Almería), Puerta de Purchena, Alejandro Salazar (hoy plaza Manuel Pérez García), plaza del Carmen, Antonio Vico (con restos de muralla nazarí en su cabecera) hasta el Cerro de San Cristóbal, al pie de la ermita monumento del Corazón de Jesús, donde le sorprendía las primeras luces del alba, constituyendo uno de los momentos más bellos, impresionantes y fervorosos de la Semana Santa de Almería. Desde la Calle Antonio Vico y hasta la explanada del Cerro de San Cristóbal, denominado por los antiguos "El Gólgota almeriense", había unos monolitos de mármol en los que estaban incrustados unas cruces de madera con cada una de las Estaciones, rezándose en cada una de ellas. El camino de regreso, ya al alba, se hacía por Antonio Vico, plaza del Carmen, Alejandro Salazar y Tiendas. Esta Archicofradía fue disuelta en 1967, aunque se mantuvo la Hora Santa, durante algunos años más, celebrándose en el Real Monasterio de la Orden de Santa Clara, a las veintiuna horas de todos los jueves del año, con exposición del Santísimo Sacramento del Altar.

Era una de las estampas más genuinas y propias de la Semana Santa de Almería, llena de fervor y devoción, y que podría servir su recuperación, en estos momentos de tribulación espiritual, de este piadoso y bellísimo Vía Crucis en la madrugada del Jueves Santo, en el marco evocador e incomparable de las murallas de la fortaleza árabe y del Corazón de Jesús en el Cerro de San Cristóbal, tal y como lo hace actualmente la Virgen de los Dolores de la Cofradía de la Soledad el Viernes de Pasión.

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