El ajuar de la Virgen Dolorosa en procesión

Semana Santa

Las preseas y atavíos marianos tienen un valor alegórico más allá de la mera ornamentación

La Virgen de la Soledad, con su corazón atravesado por puñales.
La Virgen de la Soledad, con su corazón atravesado por puñales.
Ginés Valera

09 de abril 2022 - 18:51

Frente todos los atributos pasionales el exorno de la Virgen Dolorosa o Mater Dolorosa como afligida Madre de Cristo, es lo que llama más la atención de devotos y neófitos de la escenografía de la Semana Santa almeriense por su gran riqueza y variedad en cada cortejo procesional. Casi todas las preseas y atavíos marianos tiene un valor alegórico más allá de la mera ornamentación, que no está de más explicar.

En la iconografía Católica, María coronada representa a la Reina del Cielo con poder universal, siendo la corona un símbolo religioso y a la vez de realeza en la Virgen cubierta bajo Palio, sujetado por varales labrados, que acompaña sobre peana triste al Hijo en su pasión, si bien algunas Dolorosas utilizan diademas de Procesión o Resplandor que destacan su santidad, especialmente las que se sitúan al pie de la Cruz o en Pasos de Misterio .

El canasto de la Corona labrado por los mejores Orfebres está rodeado de esmaltes con los escudos de cada Virgen, la Parroquia, la Diócesis y alguno más como el de Almería y España, con adornos florales y ráfagas de oro etéreas que simbolizan el resplandor del sol, rematadas por 12 estrellas y una pequeña Cruz centrada. La Corona procesional está enriquecida con brillantes, perlas, aguamarinas y otras piedras preciosas.

Encarna el puñal clavado en el pecherín a la Virgen Madre Dolorida, como enseña San Lucas “y a tu misma alma una espada atravesará, a fin de que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones”. En la Virgen de la Soledad y Nuestra Señora de las Angustias es sustituido por un corazón metálico atravesado por siete puñales, símbolo de los Siete Dolores (la profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús, la huida a Egipto con Jesús y José, la pérdida de Jesús, el encuentro de Jesús con la Cruz a cuestas camino del calvario, la crucifixión y la agonía de Jesús, la lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto y el entierro de Jesús y la soledad de María).

Junto a estas preseas de plata o de oro y con piedras preciosas, la Virgen luce en su salida de Templo otras muchas joyas y alhajas que revelan sus virtudes, generosidad o promesa de los fieles para que resplandezca magnífica con broches de la advocación, medallas, pendientes, condecoraciones, pulseras, sol, Cetro y Escapularios, Cruz pectoral en el pecherín, alfileres, anillos, el ancla (símbolo universal de la esperanza), las mariquillas de la Macarena de plata con pedrería, filigranas doradas...

En la iconografía Católica, María coronada representa a la Reina del Cielo con poder universal, siendo la corona un símbolo religioso y a la vez de realeza en la Virgen cubierta bajo Palio

Y en sus manos, el Rosario, de noble metal y perlas o nácar y el manípulo o pañuelo de blonda y encaje de Bruselas o de bolillo para enjugar sus lágrimas, distintivo de la nobleza. O sujetando suavemente corona de espinas con los tres clavos de Cristo o ramo de olivo o Rosa de Pasión o mística .

El Vestidor de la Corporación, auxiliado por las Camareras, viste a María Santísima con delicada enagua interior y cubriéndola con saya ornamentada de tallos, róleos y acantos bordados en oro que se esparcen por doquier en el lujoso tejido que se usa de base. Algunas sayas han pertenecido al traje de luces de algún diestro del toreo al hacerse Hermano de la Cofradía.

Completa el ajuar mariano la toca de sobremanto. Su diseño es semicircular, prolongándose en su perímetro. Suele estár realizada en malla calada sobre la que se superpone el bordado en hilo de oro, con motivos del bordado extraídos del mundo vegetal que destacan al transparentarse las tonalidades del manto.

El tocado que enmarca el busto de la imagen (de tul, blonda encaje, gasa o raso) y el rostrillo monacal destaca el bellísimo rostro. Más abajo encontramos la cinturilla, los manguitos ajustados a los brazos, las mangas y puños de encaje. Ciñe su cintura un cíngulo de hilo de oro y borlas de canutillo o el rojo Fajín donado por algún General que se mueve al compás del balanceo de los Costaleros.

Prenda majestuosa e indispensable es el larguísimo manto de procesión que sobresale del Palio sobre pollero o ahuecador, protector de todos los devotos que acompañan a la Virgen y se acogen a su intercesión. Sustituye al Manto de Vistas para cultos. Bordados los terciopelos de distintos colores por primorosas manos con filo hilo de oro y seda, contemplamos en nuestras angostas callejuelas espectaculares y barrocos diseños vegetales donde también abunda el tisú, las brillantes lentejuejas y la pedrería. Abundan los puntos y formas del bordado clásico decimonónico sevillano con pespuntes, media onda y elementos de hojilla y cartulina.

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