Bajo Palio

Tan grande, como poderoso; así fue Jesús

  • Misticismo y recogimiento son algunas de las señas de identidad de la HermandadSilencio cada vez más general al paso del Cristo

Con todo el cortejo esperándolo en la calle, con un sepulcral silencio, orando cada nazareno para dentro de sí y exhalando algún suspiro intercalado entre un sollozo de felicidad por ver la silueta de su Cristo; así vio la rutilante luz de este Lunes Santo de 2015 el Señor del Zapillo.

Es como a Jesús del Gran Poder le gusta: sin ningún alarde, pasando de puntillas, mostrando sus pies descalzos, rearmando su cruz que contra el dintel chocaría y que no es sino el reflejo de que pecamos, de que los hombres rompemos a veces hasta aquello que es sagrado.

Jesús, sin pedir explicaciones, lo remienda. Lo rearma por amor, lo restaura solo -o casi solo; para ser más precisos se valdrá de uno de sus costaleros, que, aupado al monte de claveles rojos que cubre el trono, rememora la figura de aquel noble cirineo que portó durante algunos metros la cruz que a Jesús se le asignó-.

Como los Apóstoles lo hicieron en su día, el Zapillo lo repite hoy. El pueblo, sigue impávido a Cristo, lo oye rachear y va tras Él. No quieren abandonarlo; creen que la cruz que porta apoyada sobre su hombro ya es más que sobrada penitencia y denostado sufrimiento.

El dolor que interpeló a Jesús del Gran Poder, José Antonio Navarro Arteaga allá por 1996, es el mismo sentimiento que guarda en el alma todo padre que se desvive por su hijo aunque este no haya actuado correctamente. Así de gentil fue Cristo con nosotros.

Sus treinta y cinco costaleros saben que ocurrió así, por eso solamente callan, obedecen fidedignamente la voz de Manuel Sánchez Amate y le responden andando todos de forma acompasada, dejando en cada pisada en el asfalto un perdón con la boca pequeña. Esa es la música de la Hermandad Sacramental de San Pío X por todas las calles por las que transita en su estación de penitencia: desde sus inicios por Téjar, Bilbao, avenida Cabo de Gata, hasta las calles más populares del centro de la ciudad y el posterior retorno al templo, recién entrado un nuevo día, con la estrenada madrugada de martes.

Mrece notoria y notable alusión el hecho de que los almerienses guardan cada vez mejor el silencio que una cofradía de esta índole demanda. Es cierto, que aún quedan pocos que con buena fe intentan alentar a los costaleros con palmas en sus levantás pero, no es menos cierto que, la gran mayoría de los asistentes solo reclina su cabeza en señal de respeto ante el Padre que camina entre un manto de delicadas flores.

Austeridad y humildad serían los otros grandes valores que consigo guarda esta Hermandad con más de una veintena de años de historia y que tiene a Francisco José García Guzmán como su actual Hermano Mayor. Sendos valores van implícitos desde los albores del cortejo, con una cruz de guía, sin ningún adorno y casi sin pulimentar. También contribuirá a este ambiente fúnebre la presencia de los nazarenos ataviados con túnica negra azabache y rematados por un cinturón de esparto. El remate de la procesión lo ejecutan doce penitentes, emuladores de su Cristo, con cruz al hombro.

Como colofón final ha de ser señalado que el Gran Poder, hoy por hoy, podemos decir que tiene un hueco propio merecido en nuestra Semana Santa, un espacio que ha sabido ganarse con denostado esfuerzo año tras año, grano a grano, silencio tras silencio. Tronío lo llaman en algunos círculos cofrades a esta propiedad. Y amén, pues.

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