Semana Santa

Un mensaje 'fácil'

  • El Perdón me hace reflexionar; el Amor me recuerda que siempre hay que amar; Coronación me muestra que la constancia nos trae gracia y amparo

Detalle de un paso de Semana Santa.

Detalle de un paso de Semana Santa. / JAVIER ALONSO (ALMERÍA)

Me gustan los Martes Santo por todos los mensajes que nos deja con las hermandades que realizan hoy su estación de penitencia. El manifiesto de la Hermandad del Perdón me toca el corazón y me hace reflexionar. La Hermandad del Amor me recuerda que nunca hay que dejar de amar aunque las condiciones por las que atravesemos no sean siempre las mejores. Y la Hermandad de Coronación me hace ver que aunque muchas veces nos ‘coronen’ con críticas y burlas por cómo somos o lo que estamos haciendo, a base de constancia encontraremos esa gracia y amparo para intentar revertir esa situación.

Hoy, Lunes Santo,asdEn una humanidad que colectivamente se ha enfrentado y se está enfrentando a tantas cosas a nivel colectivo como el COVID-19, la guerra, erupción de un volcán o circunstancias meteorológicas no muy favorables (como la calima que hace unas semanas ‘visitó’ Almería) y que también debe hacer lo propio con sus propias causas personales, convendría que nos parásemos y, sin dejar de agarrar nuestra cruz, cogiéramos aire para seguir siendo nazarenos, sin túnica, y saber que todo acabará bien. Aunque no lo entendamos. Aunque el final no sea el que deseemos. Hagamos nuestra esa definición de la RAE y profesemos esa fe en Cristo que nos ayudará a ser más fuertes. Porque caeremos, más de tres veces, pero a buen seguro Él nos sacará ese ‘gran poder’ que llevamos dentro para sacar lo mejor de nosotros y seguir, con nuestra cruz, de nazarenos por nuestro camino.

El ejemplo, una vez más y como podemos ver cada año en Semana Santa, y en especial el Martes Santo, está en Jesús. Porque Él jamás se cansó de perdonar nuestras ofensas, aprovechaba la mínima ocasión para demostrar su amor y el del Padre y, aunque vivió toda clase de burlas y maltratos físicos, siempre fue fiel a su mensaje ya que sería bueno para todos y todas.

Me gustaría centrarme ahora en lo que se puede considerar el PERDÓN. Técnicamente, podríamos definir el ‘perdón’ como la acción por la que una persona disculpa a otra una acción que es considerada como ofensa, por lo que renuncia eventualmente a vengarse o reclamar un justo castigo o restitución, y opta por no tener en cuenta la ofensa en el futuro, es decir, que no volverá a echarla en cara, de modo que las relaciones entre la persona ofensora perdonada y la persona ofendida perdonante no queden más o menos afectadas. El perdonante, con esta intención se podría decir que no ‘hace justicia’ al conceder el perdón, sino que renuncia a esa justicia y por lo tanto, a la venganza o a un hipotético justo castigo o compensación ya que pretende mostrar unos intereses superiores desinteresados.

Ahora podemos ir un paso más allá. Si nos fijamos en lo que dice La Biblia, ‘perdonar’ significa disculpar a alguien que nos ha ofendido o no tener en cuenta su falta. La palabra griega en la que se traduce ‘perdonar’ significa literalmente ‘dejar pasar’, como cuando una persona deja de exigir que se le pague una deuda, comparación que el propio Jesús usó al enseñar a sus discípulos a orar (“Perdónanos nuestros pecados, porque nosotros mismos también perdonamos a todo el que nos debe” -Lucas 11,4-).

Y todo esto tiene una manifestación muy clara, me atrevería a decir que muy simple. Pero que muchas veces se nos olvida. Y mira que el mensaje tiene más de dos mil años y dedicamos una semana a recordarlo.

AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS. Así es. El amor. Si actuamos a través de él todo cambia. Ojo, que no estoy diciendo que con esto ya todo lo que hagamos esté bien. Pero quizás, en nuestras acciones haya un matiz que haya cambiado. Y es que ya no habrá MALDAD o unos INTERESES PROPIOS. Dice un amigo mío, el misionero claretiano Juan Carlos Martos, que hay que saber perder ya que venciendo esa espiral que nos enreda en nuestras ofuscaciones, llegaremos a sentirnos emocionalmente mejor, más estables, menos esclavos de nuestras propias “neuras”.

Creo que tiene toda la razón. Porque si lo que nos mueve es el AMOR y el PERDÓN, por mucho que en infinidad de ocasiones nos abochornen y nos CORONEN, esas ‘locuras’ que nos imaginamos y que parecen sueños, en el que algún día todo sea perfecto, quizás esté más cerca. Porque si no tenemos sueños, no hacen falta ‘locos’… y hubo un ‘loco’, un tal Jesús, que nos marcó el camino para poder conseguirlo.

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