Semana Santa

La primera cruz guía, la de Unidad

  • Piedras Redondas se vuelca con sus titulares y abarrota las calles

Hermandad de la Unidad en Piedras Redondas (Almería)

Después de dos años, la Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Paz y María Santísima de la Unidad, realizó una sobria estación de penitencia, por su barrio de Piedras Redondas, arropados por todos los feligreses y vecinos que salieron a recibir a la cofradía.

Saeta María Canet. Saeta María Canet.

Saeta María Canet. / JAVIER ALONSO (ALMERÍA)

Eran las 20:30 cuando las puertas de la Iglesia parroquial de San Ignacio de Loyola se abrían para anunciar un nuevo Sábado de Pasión, el cortejo lo abría la cruz de guía, tras ella una fila de numerosos nazarenos del paso de misterio. El redoble de un tambor daba pie a la Marcha Real, interpretada por la Banda de Cornetas y Tambores El Carmen, anunciaba a un barrio entero que Nuestro Padre Jesús de la Paz, salía de la iglesia para bendecir el barrio de Piedras Redondas, bajo el martillo de de Luis Corpas. El paso de misterio, era recibido con una preciosa saeta en la que su autora reflejaba las ganas e ilusión que tenía el barrio almeriense por volver a encontrarse con el Santísimo Cristo de la Paz.

Una foto a la Virgen. Una foto a la Virgen.

Una foto a la Virgen. / JAVIER ALONSO (ALMERÍA)

Tras pasar el misterio, la cruz parroquial y una inmensa guardería abría el tramo que acompañaría a María, una gran fila de nazarenos y casi una treintena de mantillas, que después de tanto tiempo volvían a acompañar a su madre de la Unidad en su salida procesional. Eran las 21:20 cuando la Virgen de la Unidad salía del templo con un gran manto de “vivas” , reluciente como el sol, bajo su nuevo techo de palio, con una gran candeleria y con un gran adorno floral, formado por astromelias blancas, púrpuras y rosadas. La Banda de Música Los Iris de Instinción ponía los sones que hacían que la Virgen de la Unidad se adentrara en su barrio. Al compas de “La Saeta” Nuestra Señora de la Unidad realizaba la revirá para bajar por la empinada cuesta de la iglesia para encontrarse con su barrio y devotos que la esperaban con gran fervor. Un magnifico movimiento de bambalinas que iba al mando de Israel Alarcón.

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